La belleza y presencia tan original de la violeta africana, con aterciopeladas hojas carnosas y racimos de flores centrales de colores, la popularizó rápidamente.
Llegada desde Tanzania a finales del siglo XIX, la violeta africana o saintpaulia es una planta de interior, que con los cuidados adecuados puedes disfrutar todo el año. De tamaño pequeño, sus hojas son ovaladas y aterciopeladas. Las puedes encontrar en tonos blancos, azules, rosas intensos y morados.
Para mejorar su respiración, limpia el polvo de las hojas con un pincel cada 15 días. No uses abrillantador ni agua y ponle abono.
A la hora de cuidarla en casa debemos proporcionar a la planta un ambiente húmedo y luminoso, similar al de su origen. Por eso, es importante regarla con agua tibia de forma regular, sobretodo en época estival y en su período de crecimiento, directamente en la tierra sin encharcarla, y nunca verter agua por encima de las hojas ni de las flores, ya que pueden pudrirse. Como todas las plantas que tienen flor, necesitará abundante luz natural, pero hay que evitar siempre un exceso de luz solar directa.
Cuidados de la violeta africana
Luz. Necesitan estar en una habitación luminosa, sin recibir los rayos del sol directamente. Le encanta la humedad ambiental, aunque es muy sensible al exceso de agua.
Riego. Riega siempre por abajo, sin mojar hojas, tallos y flores. En invierno, hazlo una vez por semana. Mantén a una temperatura entre 17º y 21º C.
Para regar, pon la maceta sobre un plato con agua durante 20 min, para que la absorba, y tira el agua sobrante. Hazlo 1 vez cada 15 días.
Multiplicación. Se puede hacer por división de mata o por esqueje de hoja. Colócala en una botella con agua templada o clava en una maceta o en una bandeja con turba.