Ten en cuenta que la clave para el éxito es una buena planificación y organización.
Calcula los comensales que vas a tener y avisa con tiempo. Deja siempre un hueco para alguna persona más, por si se apunta alguien en el último momento. Distribuye el espacio y organiza la mesa para que todos estén cómodos. Siéntate cerca de la puerta de la cocina, será más práctico. Si van a ir niños puedes preparar una mesa infantil.
Decide el menú sin olvidar las intolerancias y gustos de tus familiares. Pon unos entrantes, son fáciles de preparar, llevan poco tiempo y todo el mundo termina picando. No pongas demasiados para que tomen el plato principal. Como broche, esmérate con un buen postre.
Compra. Haz una lista con todo lo que puedes adquirir con antelación, alimentos congelados, o principales, y otra, con las cosas previas al día de la comida, como el menaje, mantel, bebidas...
Centro floral. Su tamaño debe ser acorde con el de la mesa. Que no supere los 25 cm de altura para no interferir la vista de los invitados y prescinde de las flores que den mucho olor.
Bebidas. El vino tinto sírvelo en un decantador y el blanco que esté bien frío. No te olvides de los refrescos y de tener a mano una jarra con agua. Prepara una bandeja con café e infusiones y reserva los licores y el alcohol para el final.
¡Haz que sea un día para recordar con cariño!
Evita las presentaciones recargadas y opta por un menaje sencillo y elegante. ¡Tendrás el éxito asegurado!
Sorprende a tu familia con un detalle decorativo y adorna el plato de cada comensal. Dobla la servilleta y pon los cubiertos con un pequeño ramillete de hojas naturales. ¡Ideal!
Cuando la mesa es digna de enseñar, no pongas mantel y opta por unos individuales. A la hora de poner la cristalería, juega con colores y formas. Opta por tonos suaves y alterna copas y vasos de distintos tamaños. ¡No fallarás!