Las plantas dan alegría y color a cualquier rincón de la casa en el que las pongas, purifican el aire, decoran… ¡Nos encantan! Pero reconócelo: a ti también se te han muerto algunas. Como queremos que sobrevivan y que luzcan sanas y espléndidas, aquí tienes algunos consejos prácticos.
Colócalas cerca de una ventana, en un lugar bien iluminado, pero donde los rayos del sol no caigan directamente en las hojas, o se quemarán.
Riégalas por la mañana temprano. Para no ahogarlas, antes mete un palito de unos 5 cm en la maceta y comprueba que no sale con tierra.
Al estar en tiestos, la tierra va a necesitar nutrientes; fertilízala de manera constante.
Cuando al mirar por los agujeros de drenaje de las macetas veas las raíces, es que ha llegado el momento de cambiar la planta a otro tiesto más grande y de renovar el sustrato.
El complemento perfecto para el riego
Si quieres mantener tus plantas bien hidratadas, necesitas un pulverizador con el que suministrar una lluvia suave y completa a las hojas. Conseguirás que no se sequen y que conserven el color.
Rocía las plantas con agua tibia a diario o cada dos días, y utiliza un pulverizador que tenga el cabezal fino para evitar que grandes gotas se queden en el follaje y provoquen la aparición de enfermedades fúngicas.
El mismo modelo te sirve para aplicar fertilizantes, pero hazte con otro para uso exclusivo de insecticidas.
Jardinería para primerizos
Pancho Doren y Jesús Monteagudo, los artífices de Casa Protea —un vergel en el barrio de Gracia barcelonés—, firman el libro Me quiere, no me quiere, guía para no matar a tus plantas ni de amor ni de pena, lleno de historias e información sobre el mundo botánico. Un manual con los principios básicos para que cuides a tus plantas y no las mates.