Que es muy frecuente la carencia de vitamina D, un hecho insólito en un país como el nuestro, en el que gozamos de numerosas horas de sol.
Y es que los nuevos hábitos de vida y puestos de trabajo, cada vez más sedentarios, nos alejan de sus benéficos rayos, tan importantes para la salud (también mental).
Será por eso o por este carácter latino… pero ¡qué ganas tenemos de disfrutar de un rinconcito al aire libre en cuanto soplan vientos de primavera! Terrazas, balcones y patios se convierten en la mejor medicina para dejar atrás los meses de reclusión y renovar las reservas de alegría.
Y ya sé que los nórdicos ostentan el número uno de la felicidad mundial, pero nosotros la alcanzamos cada año, cuando desempolvamos los muebles de exterior y vemos cómo el día se alarga para adaptarse a la medida de nuestras ilusiones.
Llegó la hora, ¡nos vemos fuera!