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¿Sabías que los perros mejoran las interacciones sociales, la capacidad de empatía y la expresión del afecto en los niños? Cuántas veces habremos escuchado la recomendación de adquirir una mascota a ancianos o a quienes viven solos, sobre todo de un perro. ¿Acaso es de extrañar? Se trata de una compañía noble y desinteresada, además de cariñosa y divertida, tal y como vemos en Instagram.
Sí, es cierto, explica la psicóloga Pilar Conde: tener un perro aporta beneficios generales para todos, se viva solo o en familia.
Mejora el estado de ánimo y la autoestima, a la vez que reduce el estrés. Supone un incremento del bienestar emocional y, por lo tanto, de nuestro estado psicológico.
Que un perro camine junto un niño, dentro y fuera de casa, es para la directora técnica de Clínicas Origen, una ventaja añadida en los procesos de desarrollo y aprendizaje, puesto que potencia las capacidades de atención y de concentración, el autocontrol y el manejo de emociones. Asimismo, la convivencia con el animal fomenta la preocupación y el cuidado por los demás, a la par que mejora las interacciones sociales y la expresión del afecto.
Por otro lado, son conocidos y continúan en estudio los avances en la mejora de los problemas de aprendizaje del lenguaje, de comportamiento y de conducta alimentaria, gracias a la terapia con perros y otros animales entre los que podríamos citar al caballo y al delfín. Estos últimos se emplean en el trabajo habitual con niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Es la cara A de la moneda que supone adquirir un compromiso con un animal del que vamos a ocuparnos, sobre el que tenemos que responsabilizarnos y al que nunca debemos abandonar, tal como vemos que sucede cada verano.
En estos casos, explica Pilar Conde, es mejor que no tengan mascotas a su cargo las personas con dificultad para el autocuidado personal.
Tener un animal requiere de unas responsabilidades, por lo que es necesario que la persona primero se cuide a sí misma, sea consciente y esté dispuesta a asumir las implicaciones que lleva el cuidado de una mascota.
Tampoco la ayuda de un perro resulta positiva para todas las personas en tratamiento por depresión, ya que si presentan síntomas ansiosos y excesiva tristeza, es posible que no sean capaces de cuidar de sí mismos ni del animal.
Por último, un duelo exagerado por la pérdida de un perro u otra mascota no es motivo habitual de asistencia a consulta, aunque sí lo ha tratado como factor desencadenante, junto a otros, de un periodo de inestabilidad.
Información: Cortesía de Pilar Conde, de Clínicas Origen.