Angélica Heras
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El salón apuesta por el blanco en las paredes y en el mobiliario. La nota de color la introduce el sofá, de Ikea, con una vistosa funda de color rojo.
Las sillas del comedor se tapizaron con una tela blanca y roja que les da un aire fresco a estas piezas heredadas. Con ella se hizo la funda de la butaca, de Ikea. Mantel, de Entre Hilo y Algodón.
Con los estores cerrados, la cocina queda aislada y así se consigue más intimidad en el salón-comedor. La mesa de centro blanca es de El Globo Muebles; la alfombra, de Leroy Merlin. Al cerrar los paneles japoneses, la cocina queda oculta. Un espejo, de Oficios de Ayer, multiplica espacio y luz.
Pequeña pero bien aprovechada, la cocina en tonos claros tiene muebles de Ikea distribuidos en una sola pared. En la opuesta, baldas, de Leroy Merlin.
En la cocina, los módulos altos combinan cristal y laminado blanco. La encimera es de laminado gris claro. Al otro lado, en el recibidor, una mesa Lack con ruedas, de Ikea. El frigorífico se ha panelado con puertas y tiradores idénticos a los de los muebles de cocina.
En lugar de cabecero, la pared se pintó con rayas beis y topo. Los cuadrantes y el edredón son de El Globo Muebles, al igual que los pufs que ejercen de descalzadora. En un rincón acristalado, una mesita, de Moblerone, y lamparita, de El Globo Muebles.
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Aprovechar los espacios
Al colocar los apliques en la pared se libera espacio en las mesillas. El bonito marco, de Better & Best.
El suelo del baño está al mismo nivel que el de la ducha de obra, sin ningún escalón ni plato. Eso sí, en la ducha, los azulejos son más pequeños, con más juntas, lo que los hace menos deslizantes. Para aligerar y ganar espacio, se eligió un lavabo de cristal suspendido en la pared, con toallero integrado.
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