Vivir sola
Cuando Rocío se independizó, disfrutó del placer de distribuir todo el espacio a su medida. Una zona de estar despejada, con sitio para guardar libros y DVD's. Aunque invitaba a menudo a sus amigas a casa, se dio cuenta de que no necesitaba un comedor; sentadas en el sofá, la butaca o en la alfombra, las cenas sabían mejor picoteando un menú informal en la mesa de centro. En el espacio que sobraba instaló una zona de estudio donde organizó al milímetro facturas, material de trabajo y, de paso, fotos y cartas. Y lo mejor: al otro lado por fin podía destinar un mueble en el recibidor para tener a mano sus bolsos.