La siesta es una bendición. Y no solo por el placer de cerrar los ojos hasta caer en brazos de Morfeo. El hombre y la mujer primitivos eran polifásicos —es decir, que alternan diferentes fases de vigilia y sueño a lo largo del día— como la mayoría de los animales. Pero la evolución derivó hacia hábitos de sueño que se resumen en dormir solo una vez al día. De hecho, un estudio de la Fundación de Educación para la Salud del Hospital Clínico San Carlos revela que en España solo el 16,2% de la población se echa la siesta. Grave error, porque una cabezadita supone grandes beneficios para la salud. Así que, cuando en casa te reprochen tu buena costumbre de adormecerte en el sofá o ir directo a la cama, defiéndete con estos argumentos.
1. Previene las enfermedades cardiovasculares. La siesta ayuda a disminuir el estrés un 37%. La falta de sueño aumenta la producción de cortisol, una hormona que, en exceso, debilita los sistemas inmunológico y muscular, y disminuye la hormona del crecimiento. Sin embargo, cuando dormimos, liberamos hormona del crecimiento, que estimula el sistema inmunológico y disminuye la tensión nerviosa.
2. Reduce la tensión arterial. Un estudio científico realizado en Pensilvania demostró que una siesta de unos 45 minutos diarios en jornadas con un alto nivel de estrés y tensión, disminuyen el ritmo cardíaco y la presión arterial.
3. Mejora los reflejos. Nada menos que la NASA se dedicó a observar a 747 pilotos después de que estos durmieran a diario una siesta de 26 minutos, y descubrieron que sus hombres cometían un 37% menos de errores y multiplicaban por dos su nivel de alerta.
4. Te hace un genio. Diferentes estudios revelan que la siesta incrementa hasta un 10% la capacidad de nuevos aprendizajes por la tarde y afianza los ya adquiridos. Además, facilita el almacenamiento de la memoria a corto plazo, porque durante el sueño, los recuerdos recientes pasan al neocórtex, donde se afianzan como recuerdos a largo plazo.
5. La siesta es imprescindible para los niños en el cole y las personas que trabajan por la tarde. Un sueño breve aumenta la capacidad de aprendizaje en un 10%, mejora la capacidad de recordar listas de nombres u objetos y reduce el tiempo que tardamos en conectar ideas, lo que permite resolver mejor y más rápido los problemas.
6. Despierta tu lado creativo. Neurólogos de la Universidad de Georgetown comprobaron que la siesta estimula la actividad del hemisferio derecho del cerebro, que se asocia con la creatividad en el ser humano.
7. Da alegría. Y no solo porque es un placer, ya sea invierno o verano, sino porque mientras dormimos la siesta liberamos serotonina, un neurotransmisor que provoca sensación de bienestar, y regula el apetito y el sueño.
A la hora de echarse la siesta, es fundamental buscar un lugar tranquilo, sin ruidos, con poca luz —gran invento, los antifaces— y una buena temperatura. Quien se queja de levantarse con mal cuerpo, lo ideal es que dormite sentado, en lugar de tumbado, para evitar el reflujo gástrico.
Si te lías a recoger la cocina o a terminar ese trabajo que tenías en mente, estarás desperdiciando el momento óptimo de la siesta, que es entre las 15 y las 17 horas, justo el intervalo en el que los ritmos circadianos que regulan la vigilia y el sueño experimentan una caída.
Respecto a cuánto tiempo se recomienda dormir la siesta, se estima que la duración óptima es de 30 minutos. Suficiente para disfrutar de cabezaditas o leves ronquidos en cualquiera de los nuevos rincones para sestear que has visto. Y tú, ¿dónde disfrutas más de la tuya?