Una Posada Real en Candelario

Tradición y arte se unen en Casa de la Sal, un hotel salmantino ubicado en una casa chacinera del siglo XVIII, que ha obtenido la categoría de Posada Real; una marca de calidad que concede la Junta de Castilla y León a los alojamientos singulares.

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Los propietarios

recuperaron el patio original, que en los años 60 quedó sepultado bajo un barracón donde se habilitó un supermercado. Con la reforma, el barracón se derribó y se rescató el patio pavimentado con losetas del granito que, hace 300 años, se extraía en Candelario.

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Para llegar a la Posada Real Casa de la Sal

desde Madrid, toma la A-6 hasta Ávila. Allí coge la N-110 hacia Piedrahita. Desde aquí sigue por la AV-101 hasta Béjar; sigue 4 km más y llegarás a Candelario: la Posada está en el centro, junto a la calle Mayor.

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La pared de esta habitación

reproduce el tableado judío. Se trata de una construcción característica de la cultura hebrea en la época en que cristianos y judíos convivieron en Candelario, hace cientos de años.

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La recepción evoca el pasado del barracón

como tienda, y en ella se venden productos gastronómicos de la zona. Las balanzas son las originales, y el mostrador se realizó con una puerta antigua recuperada de la casa.

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La sala de estar

permite descansar o mantener agradables tertulias. En primer término se aprecia una de las vigas del edificio original. Los elementos constructivos, que se recuperaron tras la obra, cobran protagonismo decorativo y añaden encanto al hotel.

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La decoración se cuidó al máximo

también en las zonas de paso. Para que la escalera tuviera luz natural, en el techo se abrió una ventana de tejado. De las vigas se colgaron macetas, sujetas con poleas pintadas de blanco y cuerdas.

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El hotel se encuentra en un edificio protegido

dentro del Conjunto Histórico Artístico y catalogado como "Siglo XVIII del Candelario Industrial". En su rehabilitación se han respetado las caracterísitcas arquitectónicas de la zona, con paredes de mampostería y entramados de castaño.

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El comedor

está situado en la zona donde se salaba y embutía la chacina. Los caballos protagonizan la decoración de todo el hotel: en este caso, sobre la vitrina destaca la reproducción de una cabeza equina griega.

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Las habitaciones están decoradas en tonos claros

para multiplicar la luz natural. Las paredes y las vigas de madera están revestidas con cal y pigmentos naturales. Los cabeceros de todas las habitaciones son frescos realizados por Josetxo Lamy, uno de los dueños del hotel.

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Los frescos

transforman las paredes de las habitaciones en obras que expresan la creatividad de su autor, Josetxo Lamy. En el hotel se encuentra el estudio de pintura de este artista, al que se pueden encargar obras.

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La pasión de los dueños por el arte

se plasma en la selección de los objetos que decoran el hotel. Por ejemplo, en uno de los pasillos, el visitante puede disfrutar de esta escultura de bronce de estilo Art Dèco, que representa a un lanzador de jabalina.

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