En los últimos años, Bali se ha convertido en el destino turístico de moda. Algo más que entendible si pensamos en la belleza de las islas que conforman la República de Indonesia, y la infinidad de actividades que podemos llevar a cabo en semejante paraíso natural: surf, trekking, yoga, meditación, fotografía... o simplemente, tumbarnos en la playa y olvidarnos de nuestros problemas urbanitas durante unos idílicos días (que ya es bastante).
Pero una de las cuestiones más importantes a la hora de planificar un viaje, es, sin duda, buscar el alojamiento adecuado. Algo que marcará la diferencia entre una experiencia inolvidable, y otra que desearemos enterrar en el recuerdo... Por eso, cuando encontramos esta maravilla de cabaña en medio de la montaña más alta de Bali, sentimos el flechazo de Cupido y no tuvimos duda de que si viajábamos a la isla, tendría que ser alojándonos aquí.
Eso sí, mejor ir cuanto antes, ya que el volcán que corona la cima se encuentra activo, y eso significa que si entra en erupción... adiós paraíso.
El refugio es perfecto para viajeros aventureros que desean salir del trajín de la ciudad y sentir la naturaleza en estado puro. Ubicado junto a un río entre campos de arroz, su construcción a base de bambú lo convierte, además, en un alojamiento sostenible que aboga por el cuidado del planeta.
La cabaña está distribuida en dos plantas. La primera cuenta con un pequeño salón con cocina completamente equipada, un área de relax con hamaca incluida, un armario con caja fuerte, un baño, y acceso a una ducha exterior.
En la segunda planta hay un amplio dormitorio con cama king size y mosquitera, y una cama extra de 140 cm. Aunque lo más llamativo es el coqueto rincón de lectura junto al ventanal, un sitio estupendo para relajarse entre libros o, ¿por qué no?, tocando un instrumento.
Pero por si esto fuera poco, gracias a la ventilación natural del bambú, no hacen falta ventiladores ni aire acondicionado. Y a pesar de que no existen puertas de seguridad en la cabaña, el área es de lo más tranquila. Bucólico, ¿verdad?