Rojo y blanco: la alegría
El primero, con tanta presencia, es una apuesta segura en decoraciones veraniegas, tanto si se busca un look campestre, como el del dormitorio de la foto, o marinero, en el que también encaja muy bien. En esta habitación no solo es el color dominante, sino que también se ha utilizado en estampados diferentes: flores, topos y rayas que añaden dinamismo, pero sin cansar, ya que el binomio con el blanco lo suaviza en extremo. ¡Precioso!
Tostado y azul: el relax Los muebles en acabado madera, como el cabecero o la mesita, así como complementos que tanto se llevan ahora -cestos, alfombras de fibras naturales, etc- tienen el mismo poder decorativo que el color blanco: equilibran la gama cromática y aportan serenidad. Si a los anteriores colores se suman brochazos de tonos fríos, como el azul celeste o el verdoso, la paleta “bajará de temperatura” ligeramente y refrescará el ambiente. Un acierto.