Dormir es una necesidad, desde el punto de vista evolutivo. Pasamos una media de 25 años haciéndolo durante nuestra vida. El cerebro necesita hacerlo para hacer una buena limpieza neurológica. Y otra dato, no menos importante, aquellos que duermen menos de seis horas tienen 7,5 más probabilidades de tener sobrepeso y aumentan el riesgo de padecer diabetes.
Cuando llega el verano es más complicado dormir bien. La luz solar se dilata durante más horas, las altas temperaturas calientan las casas y, si decidimos abrir las ventanas, los ruidos de la calle nos impiden conciliar el sueño. ¡Todo tiene solución! Te damos las claves para descansar mejor:
Durante el día
En cuanto te levantes, abre de par en par las ventanas para ventilar toda la casa y eliminar la condensación del calor. La mejor forma de mantener las habitaciones fresquitas es mantener las persianas bajadas. Ten en cuenta la orientación de la vivienda. Si la fachada está orientada hacia el norte la incidencia del sol será por la mañana, mientras que si mira hacia el sur las horas de luz directa son las de la tarde. Las siestas sientan my bien, más aún en verano, date el capricho, pero limítalas a solo 30 minutos.
Antes de acostarte
Por la noche, la ingesta de alimentos solo tiene que cubrir la reparación de células, así que necesitas nutrientes de calidad, pero poca cantidad. Es ideal algo de proteína animal (pescado azul o huevos) o vegetal (quinoa, cuscús o arroz blanco). La fruta, mejor tomarla a media tarde; al igual que lácteos, como los yogures.
¿Quieres dormir rápido? Abre las ventanas, a partir de la medianoche baja la sensación de calor, e intenta ventilar la habitación media hora antes de tumbarte en la cama. esto favorecer que desaparezca la humedad y crear una pequeña corriente. Mientras, aprovecha a darte una ducha con agua templada para favorecer el relax.
A pierna suelta
Los materiales siempre tienen que ser textiles ligeros y que eviten la sudoración. ¿Sabías que al dormir desprendemos entre 200 y 300 centilitros de sudor? Es algo beneficioso. De hecho, eliminamos toxinas, pero para minimizar el efecto todo suma: colchón, ropa de cama y almohadas. Los materiales orgánicos transpiran mejor y ayudan a oxigenar el cuerpo, esto se traduce en un retraso del proceso de envejecimiento natural. En la cabeza también se acumula el calor. Aprovecha las ventajas de las almohadas con capa de gel, que tienen baja conductividad y mantienen el frescor, como el modelo Klubbsporre, de Ikea (39,99 €).
La luz suele molestar para dormir, bien es cierto que depende de cada persona. Como el grado de opacidad varía, pon cuidado al elegir visillos, cortinas o estores. ¿Su efecto? Mantenernos a salvo de las miradas ajenas, pero también refrescar la estancia. Los colores claros o sutiles absorben menos las ondas de luz y, al no ser estridentes, nos conectan con la calma interior.
¿Hace mucho calor? Hay ventiladores de techo que son una lección de estilo, pero si no queda otro remedio puedes conectar el aire acondicionado. Recuerda que la temperatura no puede ser bajar de los 25 grados.
Vigila tus hábitos
¿Te gusta salir a correr por la tarde? Sigue haciéndolo vigilando los golpes de calor, así que opta por carreras cortas y siempre a partir de las 20:00 horas. Aunque el deporte ayuda a conciliar el sueño, necesitas saber que al elevar el ritmo cardiaco y la temperatura corporal necesitarás cerca de tres horas de reposo antes de acostarte. Merece la pena cuidarte y recordar que los músculos se hacen en la cama.
Por supuesto, la tecnología está contraindicada para relajar las constantes vitales. Cuando chateamos o revisamos nuestras redes sociales aumentamos la segregación la dopamina, que activa la actividad cerebral.
Todos sabemos que el alcohol impide alcanzar el sueño profundo, ya que afecta a la fase REM, la fase más reparadora y en la que tienen lugar los sueños: ¡no te los pierdas!