Somos animales de costumbres, y quizá por ello, nos cuesta tanto desprendernos de las cosas, sobre todo cuando llevan muchos años con nosotros. Piénsalo, probablemente sigas guardando ese abrigo noventero que te invade de nostalgia, autoengañándote y creyendo que algún día volverás a lucirlo cual modelo de pasarela. Pero lo único que harás será ocupar un espacio precioso donde podría habitar otro abrigo más actual y, por supuesto, más confortable. Pues lo mismo ocurre con los colchones. Puede que lleves mucho tiempo maldurmiendo, pensando que es culpa del estrés o de los ronquidos de tu pareja, y que hayas optado por abonarte al fisio para paliar esos dolores de espalda cuando, en realidad, la solución es tan sencilla como cambiar de colchón. ‘’Si llevo toda la vida con él, ¿cómo va a ser culpa del colchón?’’ El cuerpo, al igual que los gustos, va cambiando con el paso de los años. Las necesidades no son las mismas: pueden surgir problemas en las cervicales o en la espalda, irte a vivir con una pareja friolera cuando tú no soportas dormir bajo el abrigo de la manta, y así, infinidad de casos. Pero lo peor no es eso, lo peor es que si no descansas, no rindes, y vas acumulando el malestar hasta que la salud te pasa factura a todos los niveles. Ya sabes lo que dicen: más vale prevenir… ‘’Ay, ¡pero no quiero gastarme un dineral en un colchón!’’ Hoy en día existen opciones para todos los bolsillos sin tener que renunciar a la calidad. Si a eso le sumas que en IKEA te ofrecen 365 días para probar el colchón y, si no te gusta, devolverlo, negarse a cambiar se convierte, sin duda, en la peor opción. Porque cuerpo solo hay uno, y si no le damos lo que necesita, ¡menuda vejez nos espera! COLCHONES DE VISCOELÁSTICA COLCHONES DE MUELLES COLCHONES DE ESPUMA Y LÁTEX