Cuando la diseñadora de interiores Meghan Price, del Estudio Maple & Plum, adquirió esta casa de Seattle construida en el año 1941, se encontró con un espacio anticuado que no había sido tocado desde la década de los sesenta. Su anterior propietaria, una anciana de 99 años, había vivido en la casa desde su construcción, y ahora le tocaba a Meghan enfrentarse al reto de reformarla.
La interiorista, que deseaba transformar la cocina reflejando su estilo, también buscaba que el espacio pudiese gustar a los futuros compradores, en caso de que dentro de unos años decidiera vender la casa. Por ello, trató de buscar el equilibrio entre un ambiente fresco, moderno, y sobre todo, limpio.
Una de las claves del nuevo diseño, fue liberar las paredes de los armarios superiores, pintarlas de blanco, y añadir un frente de azulejos tipo metro en el mismo color. Para que el conjunto no resultase demasiado soso, Meghan añadió diferentes texturas y materiales, combinando acabados metálicos, con madera y vegetación, distribuida en varias plantas a lo largo de la cocina.
Al tirar las paredes que separaban la comida del comedor, se concibió un nuevo concepto de cocina, dejando a la vista el suelo original de madera de roble.
Ahora el comedor es un área luminosa, que invita a pasar largos ratos en familia.
Tras la reforma, la cocina se ha convertido en una zona multiusos, perfecta para cenas informales, pero también para acoger a un gran número de invitados.
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DATOS DE INTERÉS:
Superficie de la cocina: 25,54 m2
Duración de la reforma: 2 meses y medio
Proyecto e información: Cortesía de Maple & Plum.