
Micasa
Aunque a juzgar por el resultado parece lo contrario, ningún profesional intervino nunca en la reforma ni en la decoración de esta vivienda madrileña. Se trataba de un piso de los años 20 y cuando su joven propietaria se hizo con él, decidió adaptarlo a su familia sin perder el espíritu original de la casa. Apasionada de la restauración y autodidacta —bucea en prensa y en Internet para descubrir nuevas ideas— decidió sacar el máximo partido a los tesoros que le ofrecía la vivienda.
Los suelos de la casa, pavimentados con recias lamas de parqué, se recuperaron. Y solo en aquellas habitaciones donde fue imposible conservarlos, se sustituyeron por baldosas hidráulicas inspiradas en diseños de principios del siglo XX. Las ventanas de madera se mantuvieron con su carpintería, herrajes de falleba y contraventanas externas, pero se instaló un doble acristalamiento para garantizar una climatización óptima. Los techos también jugaron un papel importante: con su altura infinita y sus molduras originales, añaden un aire señorial. Y ese mismo espíritu se mantuvo en las nuevas zonas de la casa.
En medio de un entorno tan evocador, la cocina y los dos baños —que se demolieron para su nueva construcción— mantuvieron el mismo espíritu retro del resto de la casa. Los sanitarios se eligieron con una estética antigua, pero con las más novedosas prestaciones, y las bañeras se encargaron a un artesano británico experto en la reproducción de modelos antiguos. En cuanto a la cocina, se completó con detalles vintage inspirados en la Provenza.
Gran parte del éxito de la decoración de esta casa se debe, además, a su concepción del mundo como un lugar accesible. La mayoría de los muebles, originales de los años 40 y décadas posteriores, se adquirieron a través de Internet. A ellos se unen las piezas y complementos que la dueña recopiló en sus diferentes viajes. El cactus mexicano y los cuadros comprados en La Habana y Pekín son buen ejemplo de una decoración abierta, sin fronteras.
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Salón comedor
Ya sea desde la zona de estar o desde el comedor, la sensación de amplitud se potencia gracias a que ningún mueble voluminoso rompe la profundidad visual. El aparador que delimita ambos ambientes permite ver qué sucede en cualquier punto de la habitación. Aparador, de Ikea. Sobre él, una escultura de Luis Galliussi que imita a una esponja de mar blanca.
Zona de comedor
Los techos elevados y las elaboradas molduras de la casa añaden prestancia al conjunto. También se recuperó el suelo original de la vivienda, con lamas de parqué colocadas en espiga en el comedor, e instaladas en forma de baldosa con taco en la zona de estar. En el comedor, mesa Ikea Stockholm, de Ikea, y sillas de un anticuario alemán. La alfombra es de Habitat.
Fuente de inspiración
La estética de los años 20 se mantuvo también en las puertas. La dueña diseñó modelos que realizó a medida un carpintero. Los cristales se encargaron a una cristalería especializada en la reproducción de vidrios antiguos. Mesa de centro, de Ikea. Alfombra, de Lapety. Butaca, de Modernario. El aparador se compró en un anticuario alemán.
A modo de recibidor
Páginas web, mercadillos... La dueña utilizó todos los recursos para encontrar muebles de épocas anteriores. Como la mesita de metal dorado -un diseño español de los años 40- el cartel francés de la década de los 30 o el velador de mosaico, abajo, sesentero. Mesa dorada, de Potsdam
Un salón muy iluminado
Ninguna ventana dispone de cortinas. La carpintería original, restaurada, se convierte en protagonista decorativa con sus antiguos herrajes de falleba. Sofá, de Divatto. Sobre él, cojines de Tailak. Butacas, de El Ocho, con cojines de Designers Guild. La lámpara de pie se compró en El Rastro, y la de techo, en ebay.es En la pared, foto, de Cámara Oscura.
El rincón del velador
Tapicerías en amarillo y azul añaden vivacidad al mobiliario de madera y al sofá en tono piedra. Velador, de La Cabina. La lámpara, el espejo y el cartel son de mercadillos.
Cocina en blanco y negro
La encimera de granito, la campana, la lavadora y las lámparas metálicas en acabado azabache contrastan con las paredes y muebles, inmaculados. El resultado: el ambiente evoca, aún más, aquellas cocinas de inicios del siglo XX. De Ikea: muebles de cocina modelo Stat y lámparas 365+. Menaje, de Habitat. Campana, de la firma Cata. Suelo hidráulico, de Mosaic del Sur.
Zona de office
¿Estamos en una casa de la Provenza? La mesa antigua utilizada en la vendimia francesa, el banco de madera, los platos en la pared... Cada detalle del office evoca escenarios bucólicos. Mesa y banco, de La Europea. Sillas, de Ikea. Letras y platos, de Anthropologie.
Viaje en el tiempo
La cocina, reformada con azulejos biselados y suelo hidráulico, refleja un inconfundible aire retro. Detalle del radiador, recuperado y pintado por la dueña. El cartel es de Vintage 4P y las damajuanas son heredadas.
Dormitorio tipo suite
El dormitorio principal se aleja de cualquier decoración estándar. Diseñado como una suite, integra el cuarto de baño y un vestidor por el que se accede a la zona de descanso. Los frentes del armario empapelados, las lámparas de techo, los espejos que flanquean la entrada y el armarito sanitario antiguo marcan la diferencia. Armarito, de Vintage 4P. Espejos: veneciano, en ebay.es y con marco blanco, de Pomax. Lámparas de techo, de Olofane. Papel, de la firma Cole & Son, en Pepe Peñalver.
El cabecero es el protagonista
El cabecero, rescatado de un contenedor y pintado por la dueña en fucsia, nos sitúa de nuevo en el siglo XXI. Dormitorio: colcha, de Zara Home; cuadrantes, de Habitat y cojín, de Usera Usera.
Baño privado
El baño privado, con suelo hidráulico y sanitarios retro. Jarroncito, de Eva Baena.
Zona de ducha
Suelo, de Mosaic del Sur. Sanitarios, de Arte Bronce.
Dormitorio infantil
Los muebles de adulto -como la descalzadora antigua, retapizada a rayas- servirán a la niña cuando crezca. Son los complementos, ingenuos y con encanto, los que marcan el aire infantil en la decoración. Cabecero, de Pomax. Colcha y cojín redondo, de Zara. De Designers Guild, en Usera Usera: cojines y alfombra. La cabeza de reno, de papel maché, es de Belén Cossio. La balda blanca con pomos es de Zara y el estante es una caja
Pinceladas de ternura
El dormitorio de la niña y el baño que utiliza revelan una decoración planificada con mimo. En el dormitorio, vista de la mesilla que mamá está recuperando. Lámpara, de Ikea. Mesilla, de Traperos de Emaús.
Un baño bien combinado
Los tonos pastel del suelo hidráulico alegran el ambiente. Suelo del baño, de Mosaic del Sur.
Bañera retro
La bañera se encargó a un artesano inglés.
Plano y detalles de la reforma
Recrear un baño de los años 20
Los revestimientos de los baños Son clave para lograr un ambiente creíble. La empresa Mosaic del Sur, a la que se encargó el suelo, fabrica baldosas hidráulicas con diseños y métodos tradicionales que se utilizaban a principios del siglo XX.
En cuanto a los azulejos, las piezas rectangulares, blancas y biseladas, en zócalos combinadas con la pared pintada también en blanco, evocan los aseos -todo un lujo- de las casas señoriales.
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