Un ático con terraza en 40 m²
Con la eliminación de todos los tabiques y una decoración en tonos grises se consiguió un espacio diáfano y de diseño en este apartamento sevillano.

Situado en sevilla, en el último piso de un edificio, este pequeño apartamento de 40 m2 presentaba varias dificultades a la hora de adaptarlo a la forma de vida de su nueva propietaria. En primer lugar, disponía tan sólo de dos ventanas y, además, tenía demasiados tabiques divisorios por lo que escaseaba la luz natural, a pesar de contar con una excelente terraza. Con este panorama se encontró la interiorista Guadalupe Grosso cuando se puso manos a la obra. Tras valorar los pros y los contras decidió empezar por derribar todos los tabiques y, una vez diáfano el espacio, mostrar a la dueña las numerosas posibilidades que ofrecía la vivienda manteniéndola sin compartimentar.
La propuesta fue aceptada de inmediato. Ahora se comunican visualmente todos los ambientes formando una especie de L; excepto la zona del inodoro y el vestidor, ambos ocultos mediante puertas correderas. El cuarto de baño también se independizó mediante un muro de pavés sin puerta que permite que la luz natural llegue hasta el dormitorio. Una vez realizadas las reformas principales, llegó el momento de escoger los acabados. La propietaria soñaba con un espacio inspirado en los del más puro diseño pero no quería renovar el mobiliario que ya tenía de su vivienda anterior.
Además, su idea era que predominaran los colores fríos, el cristal y los acabados metálicos. Con estas pautas tan bien marcadas, Guadalupe decidió, de común acuerdo con la dueña, tratar la estructura —suelo, paredes y techos— como un elemento continuo. El color gris, en su gama más suave, fue el tono seleccionado para los revestimientos: pintura plástica en paredes y techos y un gres cerámico que imita el acabado de la madera para el suelo. Las ventanas se eligieron de aluminio, y los muebles de la cocina de melamina con acabado metalizado, siempre con la intención de que estos elementos, que suelen llamar la atención, pasaran desapercibidos. Por eso, se prescindió de armarios altos en la cocina, y también de cualquier mueble hasta el techo en la vivienda, ya que sólo contribuiría a restar espacio visual.
Al contar con una estructura tan neutra se pudieron adaptar sin problemas los antiguos muebles; por ejemplo, en el salón, se ubicó un armario antiguo indio. La mesa de centro también se integró fácilmente y el sofá, tapizado en un naranja intenso, se cubrió con una funda de lino en color natural, reservando los tonos más llamativos para los complementos.