La propietaria de este ático abuhardillado del centro de Bilbao tuvo la suerte de adquirirlo cuando se estaba construyendo, así que pudo decidir qué distribución quería.
Su deseo era que el ático tuviera espacios amplios y diáfanos, y por eso prescindió de recibidor y dió al salón unos 40 m2. En éste, creó dos ambientes —zona de estar y comedor—, que dan paso al resto de la casa. A la cocina y la terraza se llega desde la zona de estar, y desde el comedor, primero al baño y a continuación, al dormitorio. Para la decoración la propietaria confió en la experiencia del interiorista Fernando Castellón, quien ha sabido dar al ático un aire de modernidad basado en la elección de muebles de diseño depurado y rectilíneo —algunos en acero—, tapicerías lisas y la ausencia de adornos superfluos. En cuanto a los revestimientos se optó por una combinación que se ha revelado un gran acierto y que da continuidad a los ambientes de la casa. Para las paredes y el techo, incluidas las vigas, eligieron un elegante color arena que, sin duda, potencia la luminosidad en las estancias, sin deslumbrar. Para el suelo optaron por una tarima de roble que se trató a la cera para conseguir un acabado más natural. Tomando estos revestimientos claros y naturales como punto de partida, la decoración siguió en esa misma línea, aunque introduciendo un material como el acero para dar a la casa ese aire moderno. En el salón, la zona de estar se organizó precisamente en torno a una gran mesa de acero con sobre de madera, diseñada por la escultora y pintora Leire Ormaechea. Aquí, la distribución simétrica en forma de U de tres sofás y dos mesas auxiliares proporciona un ambiente equilibrado, armónico y ordenado que además se orientó hacia la terraza para disfrutar de la abundante luz natural.
Como elemento de transición entre la zona de estar y el comedor destaca una gran librería laqueada en color antracita; un tono que rompe intencionadamente la claridad del arena, ya que se utiliza para dar continuidad a los dos ambientes porque entona bien con las tapicerías, la alfombra del estar y el acero de la mesa del comedor. En éste, es la combinación del acero con las sillas de roble de Andreu World, la que consigue crear un ambiente despejado, moderno y acogedor. Desde aquí, una puerta comunica el salón con el baño y el dormitorio. En el primero predominan los tonos cálidos del mármol travertino y la madera tropical, y la luminosidad que aportan los sanitarios blancos y el cristal transparente de la mampara. En el dormitorio, la decoración da un giro casi radical, ya que se optó por muebles heredados, más clásicos, en madera natural y decapada.
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Las paredes y el techo abuhardillado del salón se pintaron en un elegante tono arena.
Se unificaron para crear la sensación de más amplitud y luminosidad; e incluso las vigas del techo se trataron al aceite de linaza en el mismo tono para integrarlas en la decoración. Sólo la librería laqueada en color antracita y los tonos grises de la zona de estar rompen la uniformidad del color. Librería, de Urbana. Lámpara de mesa, de Arbe. Alfombra de sisal con cenefa de cuero, de Bimade.
Otra imagen del salón donde destaca el cuadro pintado por José María Albareda.
Sofás, del estudio del decorador Fernando Castellón. Cojines en seda y terciopelo, de Arbe. Mesas, de acero, diseñadas por la pintora y escultora Leire Ormaechea. Estores, de Azimut.
Para decorar el comedor se optó por un estilo actual, caracterizado por los diseños depurados y la combinación equilibrada de acero, cristal y roble.
Mesa, del estudio del decorador Fernando Castellón y sillas de Andreu Word adquiridas en Urbana. El cuadro que preside este ambiente es de la artista Leire Ormaechea.
La zona de estar es un ambiente orientado hacia la terraza del ático, que ofrece vistas impresionantes de la ciudad de Bilbao.
Las puertas correderas se eligieron con perfiles en color claro para evitar un contraste brusco con el techo. En la terraza, mesa de cinc, de Arbe, y sillas diseñadas por Philippe Starck, de venta en Onn.
En la cocina, el techo inclinado condicionó la distribución.
Los armarios más voluminosos se colocaron en la pared de más altura, mientras que en la zona de trabajo el único armario alto es una vitrina. Cocina Arian de Santos, instalada por Gaztelu.
En la cocina, ambueblada en blanco, se creó una pequeña zona de comedor delante de la ventana.
En el dormitorio, un pilar de apoyo para la viguería marca la separación entre la cama y un escritorio.
Se decoró con un cabecero de herencia tapizado con una tela, de Azimut; un algodón a cuadros, en beis y blanco roto que entonan con las paredes y la ropa de cama, de Textura. Lámparas, de Luz Bilbao.
En el dormitorio se realizaron varios armarios empotrados en la pared más baja;
Así se sacó más partido a este espacio que, de otro modo, hubiera quedado desaprovechado por la pronunciada inclinación del techo. A la izquierda de la entrada se realizó otro frente de armarios más altos, laqueados en tono arena como el techo. El suelo es una tarima de roble tratado a la cera. Butaca, de Azimut. Lámpara, de Luz Bilbao.
Las vigas y pilares de la casa se trataron con aceite de linaza en el mismo tono arena de las paredes y el techo para integrarlas en la decoración.
En el baño se realizó una ducha de obra cerrada por una mampara de cristal.
Se alicató, como el resto del baño, con piezas de mármol travertino, de 30 x 60 cm. Para el frente de lavabo se eligió un armario sobre el que se apoya un lavamanos cuadrado, con grifería bimando de aspa. Todo, de Basurto. Aplique, de Luz Bilbao.
Crea sensación de más amplitud en el dormitorio combinando colores claros. En esta casa son tres tonos muy suaves de Titan: amarillo 6321, gris 6380 y malva 6360.
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