Un loft de 44 m² con espíritu rebelde
Dos patios cruzados aportan abundante luz natural a este antiguo local comercial; una característica poco habitual en un bajo que, por obra y gracia de una sabia reforma, se transformó en un loft de estética actual.

Quizá no siempre los metros sean lo más importante; en especial cuando el encanto compensa la falta de espacio. Si a esto se une una distribución magnífica y abundante luz natural el atractivo se multiplica. Este era el propósito del estudio de arquitectura Nolaster cuando su equipo se enfrentó a la reforma de un antiguo bajo en el centro de Madrid. El primer paso fue despejar la casa, eliminar todos los tabiques y plantear una nueva distribución a partir de una planta diáfana, cuyo núcleo sería el salón.
Para independizar el cuarto de baño se instaló un tabique de Pladur —el único de la casa— que, además, sirve como apoyo a los armarios de la cocina. Ésta se concibió como parte del salón; para integrarla mejor se eligieron armarios acabados en blanco, el mismo color de las paredes. Una barra con taburetes hace las veces de comedor. Para delimitar visualmente el espacio dedicado al estar se utilizó una alfombra en un atractivo rosa.
Los escasos 44 m² de la vivienda se ven incrementados gracias a los dos grandes patios que flanquean la casa; éstos se reformaron para ampliar sus vanos y facilitar el acceso de luz al interior del bajo. Uno de ellos coincide con el salón y el otro, con el dormitorio. Para independizar este espacio, el tradicional muro se sustituyó por un mueble de obra, sencillo y muy funcional, que hace las veces de armario-vestidor. Por detrás, en el salón, el mismo mueble integra el frigorífico, un armario extra y, además, oculta el sistema de climatización de la vivienda. La decoración juega un papel fundamental en la zona de descanso protagonizada por una cama de cemento pulido con una iluminación inferior muy peculiar, ya que parece “levitar”, y mesillas de metal lacado en color crema.
El otro espacio independiente de la casa es el cuarto de baño que, a pesar de ser bastante estrecho, se distribuyó y decoró para sacarle el máximo partido. Dadas sus escasas dimensiones y la existencia de un pequeño ventanuco como única entrada de luz, su reforma se convirtió en un reto para el estudio Nolaster, que logró un ambiente especial. La escasez de claridad se palió en parte al apostar por el siempre luminoso blanco, tanto para las paredes como para los sanitarios, y la encimera. La escasa anchura, también problemática, se solventó con soluciones funcionales para crear sensación de amplitud. El gran espejo sobre el lavabo es una de ellas y también el radical cambio de revestimientos en el suelo —tarima y gresite— que da profundidad