Un garaje convertido en un loft de 52 m²
Un pequeño garaje se convirtió en una vivienda cómoda y luminosa, decorada con muebles y tapicerías de diseño actual en tonos rojos y neutros.

Resulta díficil imaginar que un pequeño garaje, de unos 52 m2, pueda convertirse en un apartamento tan coqueto y acogedor como éste. Los artífices de este prodigio fueron los arquitectos Miguel Ángel Santa Ibáñez y Rafael Tejedor —del estudio ReHabitar Gestión— quienes, para llevar a cabo su proyecto, lo primero que hicieron fue derribar todos los tabiques hasta conseguir un espacio completamente diáfano. El paso siguiente consistió en revestir de Pladur paredes y techos. Esta solución, además de ser más cómoda y rápida que el picado y enlucido tradicional, proporciona mayor aislamiento térmico y acústico, y es perfecta para ocultar las nuevas instalaciones de fontanería y electricidad. El objetivo principal era lograr ambientes desahogados y luminosos. Por eso, al reorganizar el espacio, levantaron sólo los tabiques necesarios para crear un pequeño recibidor y una zona de vestidor —estancias cerradas mediante puertas de acero galvanizado—, y para dar privacidad al dormitorio principal.
Una de las decisiones arquitectónicas más importantes fue colocar en el hueco que antes ocupaba la puerta de entrada al garaje una pared de pavés rematada por una rejilla de acero. Además, como medida de seguridad y para ganar intimidad y aislamiento, se realizó una pequeña galería, cerrada mediante un acristalamiento de aluminio, que da una refinada y exótica estética oriental a la vivienda. El suelo se cubrió con tarima flotante y las paredes se pintaron en color blanco; excepto en la cocina, donde se combinó pintura de pizarra con una mezcla de malla de nailon y pintura de caucho.
En cuanto a la decoración, predomina un estilo joven y actual, con muebles de líneas sencillas y tapicerías de piel en colores de moda. Gracias a la combinación de tonos rojos y neutros tanto en el mobiliario como en detalles y complementos, se consiguieron espacios muy dinámicos y un efecto intenso pero equilibrado al mismo tiempo. Además, al seguir la misma línea decorativa en toda la vivienda, se logró una continuidad visual que potencia la sensación de amplitud. También se estudió la distribución de los muebles para que fuera funcional y permitiera aprovechar mejor el espacio. El dormitorio es un ejemplo de cómo sacar partido a los metros disponibles sin renunciar a un ambiente cómodo; la cama, con somier y colchón de la firma Flex, está flanqueada por unas mesillas bajas, y el cabecero se sustituyó por un cuadro apaisado.