Un local convertido en vivienda
La reforma de este antiguo local comercial dio lugar a un espacioso loft de 120 m², distribuido en varios niveles y con un luminoso patio interior.

Las placitas, las calles sinuosas, los antiguos balcones llenos de flores, en definitiva, el encanto del barcelonés barrio de Gràcia desde siempre había encandilado a Mariona. Por eso, cuando tuvo la oportunidad de establecerse en pleno meollo no lo dudó un instante. El problema era acondicionar el lugar elegido, ya que se trataba de un antiguo local comercial, con enormes posibilidades, pero complicadas de llevar a cabo. Era necesaria una reforma integral en la que no sólo intervenía como prioridad una correcta distribución, sino también conseguir que la luz natural llegase a todas las estancias, ya que se trataba de un local interior con salida directa a la calle.
Con todas las ideas en la cabeza, la joven propietaria confió el proyecto a la arquitecta Silvia Farriols, que planteó la vivienda como un loft de espacios diáfanos ubicados en diferentes niveles. En primer lugar, eliminó el falso techo y dejó al descubierto las antiguas vigas que pintó de blanco, al igual que las paredes, con el objetivo de potenciar la luz natural. El patio interior que separa la zona delantera de la vivienda (salón, comedor y cocina) de la trasera (dormitorios) se convirtió, tras la reforma, en un pasillo acristalado que inunda de luz todas las estancias.
Desde la calle se accede directamente a la casa, que se abre a un amplio salón, presidido por el antiguo acristalamiento de la fachada, que se mantuvo intacto, aunque se instaló una persiana fija de lamas de acero, que aporta luminosidad y preserva la intimidad del interior. A continuación, se encuentra el cuarto de baño, que por motivos de desagües se tuvo que instalar junto al salón.
Dos escalones nos conducen hacia el espacio que comparten cocina y comedor, ubicados en un nivel inferior. Para el suelo se eligió una tarima de madera muy clara, que reviste toda la vivienda y crea una continuidad visual. Este mismo acabado (madera de arce) fue el escogido para realizar los muebles de la cocina, sin armarios superiores y separada del comedor por una original isla central. Desde la cocina-comedor se llega a un corredor acristalado, donde se ubicó una pequeña zona de trabajo.
A continuación se encuentra el pasillo que lleva al dormitorio principal y de invitados. En definitiva, una sucesión de estancias que gracias al techo, al suelo y la luz están visualmente unificadas sin perder la intimidad necesaria en algunas zonas como el baño o los dormitorios