La constante búsqueda del bienestar físico y mental se percibe en cada rincón de esta casa madrileña. Y no podía ser de otra manera, ya que sus propietarios son un quiropráctico y una profesora de yoga; por eso, al descubrir este chalé contruido en los 60 decidieron adquirirlo. Les enamoró su frondoso jardín silvestre y las posibilidades de comunicarlo visualmente con el interior de la vivienda.
La conexión entre espacios se logró mediante la eliminación de los tabiques superfluos, lo que fomentó la amplitud de los ambientes principales. En el interior se apostó por una decoración cálida, con ausencia de sofisticación, pero con interesantes piezas de madera y detalles en laca blanca y en acero, que aportan un acertado contraste. La confortable tarima de roble y la pintura con predominio del gris equilibran el conjunto. Los grandes ventanales se vistieron con estores screen con el objetivo de tamizar la luz sin perder las vistas. Gracias a este recurso, interior y exterior conviven durante gran parte del año.
Esta sugerente conexión fue el principal logro de la paisajista Carolina Wiggins quien llevó a cabo un proyecto inspirado en los ambientes silvestres. Su acertado proyecto se culminó con confortables zonas de estar y un agradable comedor en el jardín, todo ello comunicado directamente con el interior, y diseñado para disfrutar y mantener en perfecto estado sin demasiadas complicación. Es en definitiva un hogar creado y decorado con una única meta: sentirse realmente bien al llegar a casa.
Publicidad - Sigue leyendo debajo
Aprovechando el marcado escalón de acceso al jardín se creó una zona al más puro estilo chill-out. Bastó con una colchoneta y varios almohadones de colores para lograrlo con éxito. Unas mesitas bajas de madera son el complemento perfecto. Mesitas auxiliares de madera de teca, de Teklassic. Los cojines de colores proceden de Antennae.
Una pérgola de madera cubierta por frondosa vegetación es la sombra perfecta para disfrutar de una sobremesa relajante en cualquier estación del año.
La mesa de madera de teca con sillas a juego, las macetas y el menaje proceden de Teklassic. Los cojines a rayas se adquirieron en Antennae.
Un salón para la tertulia
Una composición cuadrada y cerrada que invita a la tertulia; así se organizó la zona de estar del salon, con dos sofás enfrentados y una original mesa de laca blanca en el centro. Sofás tapizados en terciopelo verde, de Cucamona. Mesa de centro realizada a medida en Obol. Sillas antiguas de los años 50 adquiridas en Barbarenia. Banquetas de madera, de Becara.
Mantener la unión entre ambientes y respetar la intimidad de cada uno fue posible gracias a los vanos abiertos y las puertas corredereras, como la que independiza el comedor. Mientras permanece abierta, la distribución de los sofás basta para delimitar visualmente cada uno de los espacios. Sofás tapizados en terciopelo, de Cucamona. Mesa de laca blanca realizada a medida en Obol.
Decoración con contrastes
La plena integración de diferentes piezas emblemáticas dota de una personalidad única al salón. A destacar, la vitrina del siglo XVIII, que hace las veces de librería, en contraste con la silla Eiffel, un conocido diseño de Eames, y con unas banquetas de inspiración oriental. Silla modelo Eiffel adquirida en Tiempos Modernos. Banquetas, de Becara. La vitrina antigua procede de El Teatro de los Sueños.
Los muebles de marcado estilo rústico definen la decoración del comedor; aunque, para suavizar el efecto, se optó por una iluminación fuera de lo común. En lugar de un modelo de techo se apostó por dos lámparas de pie tipo flexo. Una original fotografía protagoniza un ambiente con mucha personalidad. Mesa de comedor en madera de teca antigua, de Batavia. Lámparas de pie modelo Tolomeo, de la firma Artemide.
Fue el único espacio de la vivienda que no precisó reforma. El buen estado de sus revestimientos y la correcta distribución de los muebles permitieron mantenerla en su estado original. Destaca la encimera de granito, que se prolonga para proteger la pared en las zonas de trabajo. El menaje y los complementos de vivos colores proceden de Antennae.
La cocina, ya actualizada antes de adquirir la vivienda, está equipada con numerosos armarios de gran capacidad. Cuenta con una distribución funcional, en dos frentes paralelos, uno de cocción y otro de almacén con prácticas superficies de apoyo para el menaje o, como en este caso, para la cesta de la compra.
En sintonía con la línea decorativa de la casa, el dormitorio destaca por la fusión de piezas de diseño con antigüedades y piezas rústicas. Mesilla de noche adquirida en Barbarenia. Banquetas, de Carina Casanovas.
Objetos personales y piezas con encanto conviven sobre la mesilla, junto a la cama; bien ordenados, el resultado es perfecto, y la mejor manera de imprimir un sello especial en un espacio netamente privado. La mesilla se adquirió en Barbarenia. La banqueta de madera natural sin tratar procede de Carina Casanovas.
La elegancia del mármol travertino reviste todas las paredes del cuarto de baño, incluso, se empleó en la encimera de los lavabos. Esta base neutra se animó con preciosas flores naturales colocadas en violeteros, plantitas, jarrones... y una impresionante foto de gran formato en blanco y negro.
- Al ser una casa de los años 60, la altura de los techos es de unos 2,50 m. Una iluminación tradicional no era suficiente, por lo que se instalaron halógenos orientables y diversos puntos de luz de apoyo.
- La integración y ampliación de ambientes fue el principal objetivo de las obras; en algunas zonas se derribaron por completo mientras que en otras, se respetaron los vanos sin puerta o se instalaron correderas para mayor versatilidad.
- Los revestimientos juegan un papel fundamental; el suelo original se cubrió con una tarima barnizada al agua muy cálida. Las paredes y techos se pintaron en tonos muy claros como recurso para ganar luz natural.
Publicidad - Sigue leyendo debajo