Vivienda y estudio a las afueras
Trabajar y vivir en una misma casa en la ciudad resultaba más caro y menos confortable que construirse una vivienda a las afueras. Así lo hizo esta pareja de arquitectos y éste es el resultado.

La arquitectura de las viviendas tradicionales no se ajustaba a las ideas de la pareja de arquitectos, formada por Ángela Díaz y Jaime Sánchez, para quienes la comunicación visual de todos los espacios en una casa es una pauta básica. Además, buscaban una vivienda donde poder ubicar también su estudio de arquitectura.
La solución más práctica, económica y apetecible fue construirse una casa a su medida en el campo, a las afueras de Madrid. De esta manera, lograron cumplir varios objetivos a la vez: vivir en el campo, trabajar en su casa y diseñarla a su gusto y de acuerdo con sus necesidades. El resultado, en el que influyó también el magnífico entorno, es espectacular: se trata de una estructura cúbica y vanguardista, de líneas rectas, que sorprende precisamente debido a su simplicidad. Una casa de nueva construcción, amplia y luminosa que, aunque aparentemente pueda parecer de coste elevado, no excede el presupuesto de un chalé convencional. Esto se debe en parte a la elección de los materiales, de buena calidad pero sin ser lujosos. La localización del terreno adecuado fue primordial; al final se decidieron por una parcela rodeada de campo y situada en la zona norte de Madrid.
Amantes ambos tanto del diseño como de la naturaleza, supieron integrarlos en el mismo espacio proyectando una vivienda sólida, pero dotada de enormes ventanales que permitieran ir más allá de los muros. También lograron privacidad para su jardín y su estupenda piscina rodeando el edificio de un muro a media altura que, dada la ubicación elevada de la casa, les separa de miradas indiscretas pero no del paisaje. El interior se distribuyó en dos alturas y un sótano —donde se ubicó el estudio—, comunicados por una amplia escalera central flanqueada por el único muro de la casa, que sirve de base para el armario del dormitorio y una pequeña librería. Este elemento se pintó en gris oscuro para que destacara aún más.
El resto de los elementos divisores son escasos y de cristal, con el objetivo de crear una comunicación fluida entre todas las estancias; una idea que se reforzó prescindiendo de las puertas de paso. En cuanto a los colores, predomina el blanco en los techos y paredes, como recurso para potenciar la luz, excepto en el eje de la escalera que se pintó en gris plomo igual que la fachada. En la planta baja se instaló un gres cerámico muy resistente, ya que este espacio está en contacto directo con el exterior. En el primer piso, donde están el dormitorio y el cuarto de baño, como el tránsito es menor, se colocó una plaqueta de gres compacto en color gris oscuro. La decoración se basa en los tonos neutros, pero cuenta con el toque cálido de la fibra vegetal.