Aunque la vivienda tenía un tamaño envidiable, sus propietarios recurrieron a la interiorista Judit Escudé para que les ayudara a planificar una distribución que se ajustara a su estilo de vida familiar. El matrimonio, joven y con tres niños, buscaba dos objetivos, aparentemente, incompatibles: pasar el mayor tiempo posible con sus hijos y, a la vez, disfrutar de cierta independencia.
Judit logró el equilibrio perfecto. La planta baja se organizó como un gran espacio diáfano en el que tendrían lugar las actividades familiares comunes. Zona de estar, comedor y cocina se suceden sin que ningún tabique impida controlar lo que hacen los niños en cualquiera de estos ambientes. Además, un cerramiento acristalado permite supervisar lo que sucede en la terraza y el jardín sin salir al exterior. Para potenciar la sensación de continuidad a lo largo de toda la planta baja, Judit recurrió al uso del color. Sobre un fondo donde predomina el blanco, la interiorista introdujo sutiles toques en verde. Los vemos en el sofá de la zona de estar; en el estampado de la tela con la que se retapizaron las butacas del salón y que se repite en las sillas del comedor; y está presente, también, en las tronas infantiles que los niños usan para desayunar en la cocina.
Sin embargo, en la primera planta Judit apostó por una distribución más compartimentada. Dormitorios y baños disponen de habitaciones independientes que garantizan esa intimidad e, incluso, ese deseo de estar a solas que cualquier miembro de la familia siente. A pesar de ello, dos recursos decorativos unifican visualmente toda la planta: el predominio del color blanco en paredes y el suelo de madera. Un material cálido, que permite que los niños jueguen y corran descalzos a lanzarse sobre la cama de mamá y papá el fin de semana.
Publicidad - Sigue leyendo debajo
El jardín ordena el espacio exterior en franjas simétricas que se suceden de forma equilibrada hacia la casa. Desde la piscina, en primer plano, se pasa al solárium, con revestimiento de lamas de madera. A continuación, el césped actúa como transición hacia la terraza, que se pavimentó con el mismo suelo del solárium para reforzar la sensación de continuidad. ¿El resultado? El jardín, con su superficie horizontal, compensa el volumen que supone el alzado de la casa.
La terraza, con unas dimensiones espectaculares, permitió organizar una zona de estar y un comedor al aire libre. Los amplios toldos proporcionan la sombra necesaria para disfrutar del buen tiempo a todas horas. Sofá en esquina y mesa de centro, de la firma Gandía Blasco. Sillas y mesa de comedor, de venta en La Favorita. Los vasos y las copas son de Cado.
Los cerramientos acristalados facilitan la circulación de la luz y difuminan los límites entre el interior y el exterior. El objetivo de la decoradora era conseguir que dentro de casa se sintiera la misma vitalidad y energía que se disfruta en el jardín. Por eso, salón y comedor se unificaron en un mismo espacio diáfano que se funde visualmente con la terraza. Sofá, de Designers Guild. Cojines, de Coco-Mat y Filocolore. Mesas (400 € c/u), puf (96 €) y plaid; todo, en Coco-Mat. Alfombra, de Francisco Cumellas.
La decoración de la zona de estar, muy personal, se basó en la combinación de piezas de diferentes estilos y épocas. Sofá verde y tela con la que se han retapizado las dos butacas, de la firma Designers Guild, de venta en Usera Usera. En la página de la derecha: lámparas de pie y sobremesa, de la firma Mobles 114, de venta en Pilma Cuadros, de Cado.
Los aparadores llevaban años en la familia, de ahí su encantador aire retro.
Junto a las butacas de herencia familiar conviven muebles de diseo actual como las mesas de madera maciza o los pufs. Puf blanco, de Woodnotes. Flores y jarrones, de la firma Sia.
En la planta baja se levantó un único tabique que separa el comedor de la cocina. El muro, centrado, potencia la sensación de profundidad que se tiene desde la zona de estar y sirve como referencia para ubicar el comedor.
El comedor se decoró con una mesa y unas sillas de herencia familiar. A la derecha del muro se instaló una puerta de cristal, que aísla los humos sin romper la perspectiva. Lámpara de techo, de Ca2L. Alfombra, en 2 x 3 m (1.470 € en Coco-Mat).
Por su ubicación, a continuación del salón-comedor y sin ninguna puerta que la independice, la cocina debía ofrecer en todo momento un aspecto cuidado. Los armarios, blancos y con tiradores de acero, suponen un valioso espacio de almacén para que todo esté en orden. En la cocina se incluyó una península de trabajo, que sirve como barra para el desayuno de los niños. Armarios, de la firma Santos. Tronas de Stokke, de venta en Barruguet.
La interiorista Judit Escudé convirtió la escalera en un espacio original con valor decorativo. El muro que lo independiza del salón se remató con un panel de cristal, que facilita el paso de la luz natural desde el jardín y la conduce hacia la primera planta. Una llamativa butaca tapizada en color rojo convierte el rellano en una zona con interés.
Aunque en el dormitorio principal se mantuvo el predominio del color blanco, la interiorista introdujo pinceladas azules. La combinación, típica de las casas mediterráneas, facilita la relajación y predispone al descanso. Cama y alfombras, de Ikea. Mesilla diseñada por Judit Escudé. Lámparas Tolomeo, de venta en Vinçon. En Coco-Mat: colcha de flores y cojines azules. Colcha blanca, de Filocolore.
Para evitar esperas innecesarias en la hora punta de la mañana, el cuarto de baño se organizó con dos lavabos encastrados en una encimera volada. Debajo de ésta, se instalaron los toalleros. El espejo, de pared a pared, se completó con una hilera de bombillas para evitar la formación de sombras. Toallas (55 €/juego de 3 en Coco-Mat). Sanitarios, de Roca. Grifería, Tres.
- La supresión de la mayor parte de los tabiques en la planta baja crea una sensación de desahogo que hace que la casa parezca, todavía, más amplia. Además, con este recurso, la luz natural circula libremente sin que ningún muro la detenga.
- Cada planta tiene un pavimento diferente. En la baja, donde se necesita un material que soporte las entradas y salidas al jardín, se eligió un gres resistente. Sin embargo, el primer piso se revistió con parqué de madera para dar más calidez.
- La búsqueda de entradas de luz natural; a las cristaleras del salón que dan paso el jardín se une el rellano de la escalera: parte del muro se ha sustituido por un panel de cristal que permite que los escalones dispongan de una iluminación natural.
Publicidad - Sigue leyendo debajo