El principal acierto de la decoración de esta vivienda, situada a las afueras de Madrid, junto a un parque natural y un río, fue compatibilizar criterios estéticos con las necesidades de una familia numerosa que tiene cuatro niños pequeños. Claro que los dueños contaban con innegables ventajas. La propietaria es interiorista y ella se encargó personalmente de aplicar todos los recursos de su experiencia profesional. Otro factor fundamental es la proliferación de cuadros y excelentes fotografías que forman composiciones en rincones estratégicos de la casa. Su autor, el pintor y fotógrafo Carlos Arriaga, es el marido de la interiorista y también propietario de la vivienda.
La distribución de la casa se planificó en función de las actividades familiares. En la planta baja se situaron el salón y la cocina con office. En ambos casos se trata de espacios muy amplios, que permiten crear diferentes ambientes para que mayores y pequeños pasen juntos todo el tiempo posible durante el día. En esta misma planta se localiza, también, el estudio profesional donde Carlos Arriaga pinta y trabaja. La primera planta, de tamaño más reducido, se reservó para los dormitorios y los cuartos de baño. El matrimonio tenía muy claro que, puesto que la vida familiar iba a transcurrir casi en su totalidad en la planta baja, ésta debía ser ante todo práctica. Un aspecto clave era prever zonas para guardar juguetes de los niños y material de estudio sin tener que subir a la planta de arriba a buscarlos. Una estantería con cestas en el salón y armarios de sobra en la cocina ofrecen abundante espacio de almacén.
Otro factor importante para los propietarios era crear una atmósfera de equilibrio y bienestar. Para ello abrieron ventanales que permitieran integrar visualmente el jardín como una prolongación de la casa. Además, la vivienda se pintó en tonos claros que potencian la sensación de amplitud. En este entorno sosegado surge una decoración ecléctica. Cada mueble, cada rincón, tiene una pequeña historia que contar: una butaca que lleva tiempo en la familia, una cómoda comprada en aquel viaje inolvidable para todos, una alfombra divertida elegida por los más pequeños… Piezas de un engranaje que convierte a la casa en la expresión de ilusiones, proyectos y experiencias comunes. Toda una lección magistral para la vida.
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amplio y con ventanales al jardín, se distribuyó en varios ambientes. Además de la zona de estar, se organizó un rincón de lectura al fondo, con una confortable butaca. El espacio central se destinó a los niños,con una mesita y una silla a su altura. Sofá, de Atico. Chaise-longue y mesa de centro, de Casa & Jardín. Cojines, de Maison de Vacances. El plaid de color rosa es de Usera Usera. Pufs: de piel blanca, de Zara Home y verde pistacho, de Maison de Vacances.
La vivienda refleja los gustos de sus propietarios, que supieron combinar muebles antiguos, piezas de diseño y recuerdos adquiridos en viajes. una cómoda Carlos IV sirve de expositor a una composición de cuadros de Carlos Arriaga. Delante, el mítico sillón Wassily, de Marcel Breuer; una pieza de colección de la propietaria de la casa. Lámpara, de Ideas Luz; jarrones, alto, de Canterano y ancho, de Usera Usera. India, con ropa de C de C y Moi Zoo.
Los asientos se orientaron hacia la chimenea. Sobre ella se colgó una original combinación formada por un marco circular con dos iniciales. El retranqueo que quedaba hasta la ventana se aprovechó con una estantería. Junto a ella, una esbelta lámpara de pie orientada hacia el sofá permite leer junto a la lumbre en el invierno. Estantería, de Esmelux. Marco redondo, de Lou & Hernández. Sobre la mesa de centro velas, de Ikea. Taburete, de Usera Usera. IDEAS QUE
Tristán contempla el original árbol de Navidad hecho con cartón. La zona reservada a los niños se hizo más confortable con alfombras redondas, excelentes para vestir espacios difíciles de delimitar. Adornos, de Carrefour, Los Peñotes y Canterano. Alfombras, de Ikea. Cajas, de Depapel. Cortinas, de Gastón y Daniela. En la pared, un grabado de Verónica Vijande. Debajo se colocó un velador antiguo adquirido en Florencia. Ropa de Tristán, de C de C y Kaluka.
Una de las paredes del salón se decoró con cuadros, partituras y espejos de diferentes formas que reflejan otros rincones de la zona de estar. Parte de ellos se apoyaron sobre una consola, lo que permite renovar la decoración sin necesidad de agujerear la pared. Colección de espejos adquiridos en diversos mercadillos y viajes. Marco redondo, de Lou & Hernández. Mesita, de Ikea. León está sentado en un sillón diseñado por el arquitecto holandés Gerrit Rietveld que es colección de la dueña.
El eclecticismo se plasma desde la entrada de la casa, con la pequeña India invitándonos a pasar- con un farol de aire oriental y asientos rústicos. Bota roja, de Canterano; corona, de Los Peñotes; farol, de Meridiana; taburete, de Lou & Hernández.
Cocina: espacio multifunción
Los propietarios querían compartir con sus hijos el tiempo destinado, también, a las tareas culinarias. Por eso, en la zona más amplia de la cocina situaron una gran mesa con diferentes usos. Sirve como comedor familiar, zona de estudio para los niños y superficie de juegos. Sillas, de Vitra. Alfombra, de Maison de Vacances. Árbol, de Los Peñotes. Adornos, de Carrefour, Canterano y Los Peñotes. Estrella en la ventana, de Ikea. Menaje, de TTY, Habitat, Ikea y Vinçon.
Los armarios y los revestimientos se eligieron blancos para potenciar la sensación de pulcritud, con detalles en tonos rosa, como las alfombras, el cubo de basura lacado y el menaje. Muebles, de Cocinas Castilla. Cubo, de Brabantia. Carro, de Oliphant. Mono, de Los Peñotes. Reloj, de Zara.
La cocina es la otra habitación de la casa que centraliza la vida familiar, de ahí que se incluyera una mesa para comer a diario. La luz inunda el office gracias a las ventanas que integran el jardín en el interior y al modelo Velux, de tejado.
Uno de los grandes aciertos decorativos fue incluir piezas de madera que añaden una nota de calor a cada ambiente. Como el velador del salón, adquirido en Florencia. Sobre el velador: lámpara con base de madera y pantalla de porcelana de la colección Famara, de Helena Rohner. Jarrón de cristal, de Usera Usera. Cuadro, de Carlos Arriaga. A su lado, en el sofá, cojín fresa y naranja, de TTY.
Estantería situada a los pies de la cama, de Oficios de Ayer y mesilla, de Pez. Lámpara, de Ideas Luz. Cojines, de Textura y Maison de Vacances. Sobre el cabecero, guirnalda, de Depapel.
A los pies de la cama se creó una zona de almacenaje, con armarios y muebles. Los cajones, de diferente tamaño, permiten clasificar y mantener en orden prendas de ropa, bisutería y otros complementos. El sillón blanco y la silla ayudan a calzarse con toda comodidad. Butaca giratoria, de Batavia. Armario, chifonier y cómodas, de Ikea. Los cajones de estas últimas se personalizaron con tiradores de Zara Home. Cuadro, de Esteban Arriaga. Jarrones, de L. A. Estudio.
Papel, de Coordonné y cortina, de Habitat. Toalla, de Textura.
La distribución de la casa se planificó en función de las actividades familiares. En la planta baja se situaron el salón y la cocina con office. En ambos casos se trata de espacios muy amplios, que permiten crear diferentes ambientes para que mayores y pequeños pasen juntos todo el tiempo posible durante el día. IDEAS QUE DECORAN >
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