Una casa moderna con vistas
Los espacios diáfanos y los enormes ventanales fueron clave en esta casa barcelonesa en la que, además, predominan los muebles de diseño.

En plena vorágine de tráfico, prisas y madrugones es lógico buscar en casa la paz y el sosiego perdidos; por eso resulta tan atractiva esta vivienda barcelonesa. Ubicada junto al Tibidabo, y a cinco minutos de la ciudad, goza de una calma total y de unas vistas increíbles —por un lado, hacia la montaña, y por el otro, hacia el mar y la ciudad—, un lujo que, evidentemente, la interiorista Cristina Peña procuró reflejar en todos los espacios a la hora de plantear su decoración. Para empezar, resaltó los arcos de medio punto abiertos en la fachada colocando unos cristales fijos y dejándolos sin vestir, ya que la situación de la casa permite disfrutar del paisaje sin perder intimidad. Además, se instalaron ventanucos en el tramo de la escalera y un tragaluz en la planta superior, sobre la zona dedicada a estudio. Con tanta luz natural la decoradora se dió el lujo de combinar tonos claros con atrevidas pinceladas de color para resaltar algunas paredes. El tabique que separa la cocina del comedor, por ejemplo, se pintó en negro; el hueco de la escalera, en azul oscuro, y un frente de la cocina, en verde billar. Una elección que, aunque pueda parecer arriesgada, crea un dinamismo espectacular si se combina adecuadamente. Aquí, en todos los casos se alternó con otros tonos mucho más suaves y maderas claras.
El resultado, tan original, es perfecto para su joven propietario, amante del diseño y muy creativo, que buscaba crear ambientes de carácter masculino lo más despejados posible. Siguiendo su petición, Cristina Peña apostó por los espacios diáfanos y colocó únicamente los muebles imprescindibles que, al mismo tiempo, actúan como elementos separadores. Por ello, el sofá se ubicó frente a la ventana de modo que su respaldo delimita el estar y lo independiza del comedor. La cocina comparte espacio con el salón, aunque está separada visualmente de éste mediante un original tabique que, además, sirve como apoyo para la amplia mesa de comedor que puede acoger a bastantes comensales en caso necesario. Para cenas o comidas informales se creó un segundo comedor junto a la cocina, más pequeño pero muy acogedor. El piso superior también goza de espacios abiertos; de hecho, la escalera, que se mantuvo sin barandilla, desemboca directamente en un despacho sin tabiques y con una curiosa planta triangular. Las habitaciones, con un planteamiento más convencional, se decoraron en tonos cálidos; en especial la principal, con un gran cabecero de madera clara y paredes en un tono crema muy suave. Destaca el amplísimo vestidor, que separa el dormitorio principal del de invitados, y el cuarto de baño, de diseño actual y revestido con un gresite en color tostado.