Una intensa sensación de intimidad impregna hasta el último rincón de este céntrico piso madrileño. No en vano la joven pareja que lo habita decoró cada metro con una dedicación y un mimo incomparables. Eclecticismo y funcionalidad se mezclan de forma armónica con el único fin de crear un hogar personal. La clave para lograrlo fue escoger piezas de diferente procedencia y estilo, pero con una historia y un significado muy especial para sus propietarios. Con estos antecedentes no es raro observar como en la zona de estar conviven con acierto un sofá de terciopelo rosa, una mesa de madera de los años 50 o la butaca Lounge, Chair —que interpreta un diseño de Charles Eames—. Una particular forma de pensar y de vivir que se ve reflejada en cada espacio de la casa, donde impera un denominador común: funcionalidad, estética y una constante búsqueda de la luz. Aún así, mientras que en las zonas comunes el espacio se aprovechó al máximo, las habitaciones se mantuvieron despejadas. El dormitorio, por ejemplo, se amuebló sólo con una cama y dos mesillas; la excepción ante tanta sobriedad es el cabecero, con un llamativo estampado.
El segundo dormitorio, sin ocupar hasta que se amplíe la familia, hace las veces de vestidor y de zona de trabajo. Una solución perfecta, dadas las escasas zonas de almacén que ofrece la vivienda. Unos percheros metálicos completan los armarios del dormitorio principal. Para restarles frialdad, se combinaron con una cómoda antigua patinada en azul turquesa; se trata de una pieza muy especial que personaliza el ambiente y que contrasta con la ligereza de la mesa de cristal y de la silla metálica de la zona de estudio. La carencia de espacio de almacén impulsó a los dueños a aguzar el ingenio y a sacar partido, incluso, a las paredes, en las que mezclaron cuadros y espejos con percheros y soportes para la bisutería. En definitiva, una decoración de aire retro y folk, en la que destacan elementos de procedencia y estilos muy variados que conviven en armonía.
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El acceso a la casa se realiza a través de un pasillo que hace las veces de distribuidor. Con el fin de delimitar una pequeña zona de entrada, se colocó una consola de muy poco fondo y, sobre ella, un cuadro; un conjunto cálido y muy equilibrado, perfecto como presentación de la vivienda. Consola de madera maciza en acabado natural y con dos amplios cajones, de Batavia. Jarrón de cristal con una orquídea, de The Workshop.
El estudio de los metros disponibles y la distribución correcta del espacio supuso un quebradero de cabeza para los propietarios. Querían huir de los ambientes repletos y agobiantes; la solución fue reservar la zona más amplia para el estar y ubicar el comedor, con muebles ligeros de cristal, acero y aluminio, junto a la puerta. En primer plano, taburetes Palocco, de Habitat (160 € cada uno). Las sillas del comedor, según un diseño de Charles Eames, se puede adquirir en La Oca.
Un blanco muy luminoso envuelve este ambiente junto a la terraza, y en el que se disfruta de una agradable luz natural. Con el mismo fin, el suelo se cubrió con una cálida alfombra en blanco y negro, que refleja la claridad y combina con el sofá tapizado en un intenso color rosa. Sofá Singapur, de KA International, tapizado en terciopelo rosa. Alfombra de lana, de Designers Guild, en Usera Usera. Mesa de centro en madera maciza, de Batavia. Butaca Lounge Chair, de Charles Eames. Almohadones y manta, de Usera Usera. Lámpara de pie, de Bazar. Cuadro, de la pintora Celine Maestroni.
El espacio destinado a cocina era muy escaso; por este motivo, se contó con el color blanco absolutamente para todo: los muebles, los electrodomésticos, los revestimientos y la pintura. Además, en una pared se abrió una ventana pasaplatos de gran tamaño, que facilita la comunicación con el comedor y que crea sensación de amplitud en la cocina. Taburetes, con asiento de metacrilato y estructura de acero inoxidable, modelo Palocco, de venta en Habitat (160 € cada uno).
El espacio disponible para instalar una estantería era muy reducido; por este motivo, los dueños decidieron acudir a un carpintero para encargarle un diseño a medida, con armarios en la zona inferior y estantes asimétricos hasta el techo. Además, una de las baldas se prolongó sobre la puerta, para aumentar aún más su capacidad.
La ubicación de la cocina y el acceso al salón restringían en gran medida el espacio disponible para ubicar el comedor. Además, los propietarios no querían prescindir de una librería espaciosa ni de un aparador, y el único lugar posible donde instalarlos era, precisamente, en esta zona. La solución fue elegir una mesa circular, muy ligera a la vista, y cuatro sillas metálicas, también muy livianas. Mesa Umi, de Habitat (595 €). Sillas diseño de Charles Eames, en La Oca. Cuadro, de Pemartín.
La librería, en ángulo, se encargó a medida con el fin de aprovechar al máximo el espacio sin agobiarlo. Con este diseño se cubrieron todas las necesidades, ya que dispone de armarios integrados para guardar el menaje, y estantes hasta el techo con capacidad para numerosos libros. El acabado en blanco, idéntico al de la pared, fue la clave para conseguir que pasara lo más desapercibida posible.
La ausencia de artificios y el funcional mobiliario elegido para componer el dormitorio principal fueron básicos a la hora de lograr un ambiente sereno y relajante, donde los únicos elementos que escapan al blanco son el cabecero y los detalles en color verde. Mesillas lacadas en gris, de venta en Ornellas Decoración (550 € c/u). Lámparas de lectura Tolomeo, de Artemide, de venta en Ideas Luz. Sobre la cama: manta, de la firma Designers Guild, de venta en Usera Usera y neceser, de Busquets.
El centro de atención indiscutible en el dormitorio es el cabecero, que se tapizó con un alegre estampado de flores. Esta elección da lugar a un fuerte contraste -elegido conscientemente- con el ambiente relajante, blanco en su totalidad. Cabecero capitoné, de Gastón y Daniela, tapizado con una tela de Jane Churchill.
El atractivo aire clásico que reinaba en el baño se mantuvo en la medida de lo posible. Tanto los azulejos como los sanitarios, todos en color blanco, se encontraban en relativo buen estado, por lo que se optó por hacerle un lavado de cara e introducir algunos elementos actuales. Se renovaron los toalleros, las repisas, la iluminación y se eligieron juegos de toallas de aire clásico.
Dado que en la vivienda no abundan ni los armarios ni las zonas de almacén, los propietarios decidieron crear un vestidor en la habitación más pequeña. Unas estanterías metálicas y unas cajas hacen las veces de armario, y dejan espacio libre delante de la ventana para ubicar una zona de trabajo. Mesa Polar, de MDM. Estantería metálica, de Habitat. Cómoda, de Flip Supplies. Espejo, de Usera Usera. Perchero de pared para collares y sombreros, de venta en Becara (120 €). Lámpara de techo modelo Fado, de Ikea (19,95 €).
Como iluminación ambiental para la zona de estar los dueños quisieron colocar esta lámpara de pie inspirada en los diseños de los años 50; ella sola decora todo un espacio. Se puede adquirir en Bazar.
IDEAS CON INGENIO
- La cocina se comunicó con el comedor mediante un pasaplatos de Pladur con una encimera sintética.
- Para integrar mejor el vano se colocó una moldura similar a la de las puertas.
- Hacia el salón la encimera se dejó volada, de forma que pudiera utilizarse como barra de desayunos.
- La continuidad visual entre los espacios se logró al apostar por un único color.
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