Una casa en cuatro alturas
La reforma de este local comercial ubicado en Madrid dio como resultado una original vivienda de 107 m² distribuida en cuatro niveles.

La anterior vivienda de Delia y Pape, un ático en la zona sur de Madrid, no respondía en lo más mínimo a sus expectativas; les faltaban los metros y el espacio necesario para llevar a cabo su estilo de vida. Quizá suene algo extraño, pero es que ellos mismos consideran sus profesiones —ella es pintora y él director de teatro y director de la Escuela de Interpretación Landen— como una forma de vida que, al contrario que en otros casos, merece la pena llevarse a casa al final de la jornada. Además, el hijo de ambos, Alejandro, comenzaba a crecer y necesitar un espacio propio e independiente donde jugar y estudiar. Teniendo en cuenta estas premisas, tan concretas, encontrar la vivienda adecuada suponía un auténtico reto.
El caso es que, justo cuando menos lo esperaban, surgió la oportunidad de adquirir un antiguo local comercial, muy luminoso y con altura suficiente como para dividirlo en varias plantas. Tras consultar con amigos decoradores, y en especial con Fernando Borrajo, promotor de la reforma, decidieron comprar el local. Antes de empezar la reforma, surgió un obstáculo: adquirir la licencia que les permitiera transformar un local de uso comercial en vivienda; pero una vez concedida, lo tuvieron todo bastante claro. En primer lugar se procedió a estructurar la nueva distribución, dividiendo el espacio en varios niveles con el fin de aprovechar la altura al máximo. El resultado es una casa dividida en cuatro niveles, y aunque ninguno de ellos llega a ocupar la superficie de la planta completa, juntos suman un área total de 107 m2, espacio más que suficiente para los tres habitantes de la casa. Los amplios ventanales, antiguos escaparates del local, se aprovecharon al máximo para que la luz natural llegase a todos los rincones, ya que parte de la casa está en un nivel inferior al de la calle. Para conseguirlo, las zonas comunes se mantuvieron diáfanas, sólo los dormitorios y cuartos de baño se independizaron; además, se abrieron grandes vanos en los tabiques divisorios para que entrara la luz. Incluso las zonas que se hallan en el nivel más bajo cuentan con pequeñas ventanas en la parte superior de la pared que dejan entrar la luz. Otra forma de destacar los diferentes espacios es el color, ya cada uno está pintado en una tonalidad diferente. Esto refleja la personalidad creativa de la dueña, pintora de vocación colorista, que dejó su impronta en la decoración de su casa.
La planta de acceso, donde se encuentra la habitación del niño y un baño, está decorada en tonos pistacho; cuatro peldaños más abajo está el salón, con predominio de verde y naranja. La cocina, ubicada en un nivel ligeramente inferior al estar, se pintó en un tono fresa fuerte, mientras que para la planta baja, en la que comparten espacio el dormitorio principal, un baño y el vestidor, se eligió un azul lavanda, fresco y relajante, todo combinado con una tarima de madera. Si a estas características le sumamos la peculiar selección de muebles de estilo actual, juveniles y funcionales, el resultado es una vivienda que se sale de la norma, con una distribución muy original y mucha luz natural, en la que predomina, por encima de todo, la personalidad y los gustos de sus propietarios.