Las infinitas posibilidades que ofrece la decoración se ponen de manifiesto en este piso guipuzcoano. Ni siquiera el propietario se podía imaginar el resultado cuando encargó su decoración a Íñigo Echave. Y es que, en realidad, no se trataba de una vivienda, sino del sótano de un edificio. A esta peculiaridad se unía su tamaño, 50 m², y una planta rectangular. Para que el espacio fuera habitable, la primera medida del decorador fue aislar de la humedad todo el piso. Por ello se levantó un doble tabique y en medio se creó una cámara de aire que se rellenó con fibra de vidrio, un material aislante. A partir de aquí, planificó una distribución que aprovechara cada milímetro sin que los espacios resultaran angostos. Desde la puerta de entrada se accede a la cocina, decorada con muebles polilaminados en blanco y con un frente de cristal rojo que alegra el ambiente y es fácil de limpiar. A continuación se situó el salón.
Para no desperdiciar espacio, estas dos habitaciones se independizaron mediante una puerta corredera de cristal, que facilita la continuidad visual del espacio y mantiene el resto de la casa a salvo de humos y olores cuando se cocina. Las dos hojas se eligieron de cristal securizado y se suspendieron de un carril superior. Para delimitar mejor los ambientes, Íñigo Echave recurrió a dos tipos de pavimento distintos: un compacto cerámico que imita madera en la cocina, y una moqueta acrílica de pelo largo en el resto de la casa. Desde el salón se pasa, a través de otra puerta corredera, al único distribuidor del piso, amueblado con un armario con puertas de DM laqueadas en blanco. Además, el distribuidor garantiza cierta intimidad en la zona privada de la casa: el dormitorio —decorado con un cabecero y dos mesillas en acabado wengué diseñadas por el decorador— y el cuarto de baño. Éste último se revistió con azulejos en color topo de 10 x 10 cm en paredes y suelo, y en él se realizó una ducha de obra en la que destaca un banco también revestido de azulejos que oculta la base de los cimientos del edificio. Por último, el tono blanco roto elegido para pintar las paredes amplía el espacio y la luminosidad de un piso que, gracias a los recursos decorativos, en nada recuerda el oscuro sótano de origen.
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En el salón, los muebles se eligieron en tonos y materiales cálidos para que el ambiente resultara más acogedor. La textura del sofá, tapizado en ante rojo, potencia más la sensación de confort. Los asientos se completaron con dos sillas de roten de la firma Hanbel, distribuidas en forma de L alrededor de la mesa de centro, de Mis En Demeure. Todo, del Estudio de Íñigo Echave.
En la decoración se optó por un estilo moderno, con detalles orientales como el cuadro y la silla, y colores sobre un fondo blanco. Al no existir pasillo, en el salón se creó una zona de paso entre la librería, con estantes de DM laqueados en color blanco, y las sillas de roten, orientadas hacia el estar. Así se puede pasar cómodamente desde el dormitorio hacia la cocina sin necesidad de levantar tabiques que recargarían el espacio.
Al no existir pasillo, en el salón se creó una zona de paso entre la librería, con estantes de DM laqueados en color blanco, y las sillas de roten, orientadas hacia el estar. Así se puede pasar cómodamente desde el dormitorio hacia la cocina sin necesidad de levantar tabiques que recargarían el espacio.
La cocina se independizó del salón mediante unas puertas correderas de cristal, que no ocupan espacio al abrirlas, y que permiten la comunicación visual de los espacios. Además, aísla de humos y olores procedentes de la cocina.
Una cocina en blanco y rojo
La cocina se decoró con muebles blancos y un frente de cristal rojo, fácil de limpiar. Frente a ellos se hizo un pequeño comedor, con una mesa y un par de sillas cromadas. Muebles Avant, de la firma Xey. Todo, de venta en Bastida Sukaldeak. Suelo cerámico que imita madera, de Cerámicas Callejo.
En el dormitorio, el cabecero de wengué se prolongó de pared a pared y sirve de pequeño estante para colocar cuadros sin necesidad de agujerear las paredes. Tanto el cabecero como las mesillas, realizadas con el mismo material, son un diseño del decorador. Lencería y cojines, de la firma Becara, de venta en Íñigo Echave.
Dormitorio en tonos naturales
La cama se vistió con una colcha blanca, que multiplica la luz y amplía el espacio. Destacan las pantallas de las lámparas, de formas y colores diferentes -blanca sobre estas líneas y roja en la imagen de la derecha-, a tono con los cojines.
Además de garantizar intimidad al dormitorio y al cuarto de baño, este pequeño distribuidor equipado con dos armarios realizados a medida, hace las veces de vestidor.
En el cuarto de baño se hizo una ducha de obra que se cerró mediante un tabique y una puerta de cristal. Destaca un pequeño banco de obra alicatado que, en realidad, forma parte de una de las vigas maestras que sustentan el edificio. Sanitarios de Philippe Stark, de venta en Duravit. Mueble de lavabo, de Mapini.
Como se puede ver en el plano, este antiguo sótano de unos 50 m² se ha transformado en un confortable apartamento de planta rectangular en el que, para aprovechar al máximo el espacio, se prescindió de pasillo y recibidor.
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