Javier de Paz García
Este bajo de 50 m2 en Madrid pasó de ser un pequeño y oscuro apartamento convencional a un espacio amplio y luminoso. Con un presupuesto mínimo, y utilizando materiales reciclados, la reforma nació del deseo de su dueño de obtener una nueva habitación. Para ello, la arquitecta Natalia Matesanz Ventura se focalizó en las las necesidades de luz, espacio y economía de medios como elementos vertebradores del proyecto que recibe el nombre de UPHouse.
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Antes de iniciar la reforma, el bajo podría pasar perfectamente desapercibido como una vivienda más tipo estudio, con la cocina integrada en el salón.
El bajo se transformó incorporando un espacio de doble altura que funciona como hall distribuidor, cocina, comedor, y un salón que se comunica con el patio interior de la vivienda.
Los materiales se minimizaron, evitando acabados innecesarios.
La mayor parte del presupuesto se invirtió en muebles a medida, carpinterías de alta calidad, y en el diseño de una fina estructura de acero, calculada para sostener la habitación superior sin que sus apoyos interrumpieran el espacio.
Los materiales, baratos e industriales, elevan su categoría por la forma en que se disponen y se mezclan. Como el sencillo suelo de garaje, que se combina con perfiles de latón para evitar agrietamientos, unificando todo el apartamento.
La apertura de espacios permite vislumbrar el exterior de la casa, creando un ambiente más relajado.
Las más de cien planchas de abedul provienen de antiguas cajas de embalaje industrial, recuperadas para disponer el entramado de paneles y listones que oculta el aislamiento acústico, tan necesario en este tipo de viviendas.
La luz se maximizó de diversas formas, pero si hay algo que resalta es la bóveda de espejo, encargada de ocultar un espacio de almacenaje, y las instalaciones de climatización.
Las zonas comunes utilizan tonalidades más frías, con blancos y negros, mientras que los espacios privados, como el estudio y el dormitorio, se cubren con la calidez del abedul.
Los marcos de apoyo se disponen en paralelo a las paredes, en torno al pequeño baño, ahora con luz natural.
Se crea así un cubo de aristas metálicas que deja a la vista sus soldaduras y el color natural del hierro.
Las puertas correderas optimizan aún más el espacio del baño.
La pared de ladrillo visto se embellece con un frente de azulejos. Los mismos que cubren la ducha, separada del lavamanos por un muro de hormigón.
La ducha a ras de suelo amplía el espacio óptico, conectando el baño con el resto de la casa.
Información: Cortesía de Natalia Matesanz Ventura
www.cumulolimbo.com
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