Fran Muñoz
En el barrio barcelonés de Camp de l'Arpa del Clot, a dos pasos de la Sagrada Familia, Stéphanie, una interiorista, se enamoraba a primera vista. El afortunado era un piso situado en un edificio de 1920 que, pese a su enrevesada y claustrofóbica distribución, conquistó a la francesa, que supo ver el potencial que los techos altos, las paredes de ladrillo y las bovedillas catalanas tenían y podía explotarse con una buena reforma hasta convertirlo en el hogar perfecto para ella, su pareja y su perrito, Picasso.
Lo primero que hizo fue liberar el espacio, derribando tabiques hasta dejarlo en un gran espacio común de 40 metros cuadrados con la cocina y el salón, un dormitorio con baño y un baño independiente. Stéphanie estaba fascinada con los elementos arquitectónicos tradicionales de la arquitectura catalana y decidió dejarlos a la vista, picando las paredes hasta desvelar el ladrillo y evitando levantar los nuevos tabiques hasta el techo, para dejar todo el protagonismo a las bovedillas y potenciar la altura de la planta. Los nuevos acabados, como el suelo de roble blanqueado, el microcemento y la baldosa hidráulica de los baños, los azulejos de Metro y las paredes de pizarra negra, han modernizado la vivienda.
En la decoración, predomina el estilo industrial (que ha logrado dejando tuberías a la vista y con piezas recuperadas como la puerta del baño que rescató de un derribo o el bidón rojo junto a la televisión que encontró en una tienda de motos) y que ha suavizado con pieza nórdicas, escultóricas y de fibras naturales, recuerdos de familia y de viajes, antigüedades y sus fetiches deco, las lámparas de diseño, como la Pipistrello de Gae Aulenti, la Bourgie de Ferruccio Laviani para Kartell o la Baja de Studio Design de Habitat. El resultado destila confort, estilo y personalidad.
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La casa de una interiorista
Stéphanie, una interiorista francesa afincada en Barcelona, se enamoró de un viejo piso situado a pocos pasos de la Sagrada Familia y lo renovó para transformarlo en su casa soñada.
Sobre el bidón rescatado de una tienda de motos, lámpara Pipistrello de Gae Aulenti, en Martinelli Luce. El mueble de la televisión es de Maisons du Monde y el cartel de Schoelcher proviene del pueblo de Stéphanie.
Para aprovechar la luz natural, Stéphanie derribó una pared para incluir la galería y una habitación al salón y crear aquí la nueva cocina.
La letra B proviene de una tienda de gafas y el taburete de cuero es vintage.
Los taburetes de la cocina son de Kave Home y las lámparas de Ikea.
La cocina es de Silestone en acabado blanco mate y consta de dos bloques y una isla central.
Una de las paredes se ha pintado con Pitch Black de Farrow & Ball.
El sofá es de Habitat, la silla Acapulco fue comprada en el Caribe y la lámapra es el modelo Bourgie de KJartell. En el suelo, parqué de roble blanqueado de Neoparquet.
El baño independiente se alojó en un módulo que no llega al techo para permitir que la luz fluya y mantener la continuidad visual entre los espacios.
La puerta del baño provienen de un derribo y la propietaria la instaló sobre una estructura para hacerla corredera.
En el baño, lavabo de mármol recuperado sobre un pie metálico. Las baldosas hidráulicas del suelo se han combinado con el microcemento y con la pared de ladrillo visto.
Se respetaron las imperfecciones de la pared y las tuberías se dejaron a la vista para potenciar el estilo industrial, que se complementa con las paredes imperfectas, las tuberías a la vista, el jabón antiguo d'écolier de Francia, las bombillas Edison y la composición de espejos.
El baño se pensó al milimetro para poder incluir una ducha.
Uno de los grandes atractivos del piso son los techos de bovedilla catalana.
Sobre la cómoda del salón, comprada en una tienda vintage y personalizada con pintura Hague Blue, espejo rescatado de la basura. "La damajuana era de mi abuelo y la usaba para guardar azúcar", explica
Como cabecero de cama, papel pintado Martinique del hotel Beverly Hills de los 40, reeditado por Designer Wall Coverings, "un guiño a mi origen martiniqués", explica Stéphanie.
El dormitorio cuenta con su propio baño. El tabique que los separa nos e llevó hasta el techo para permitir la continuidad visual entre los espacios. "Fue construido de cero, con baldosas mosaicas y de metro", explica.
Los armarios son de Ikea y los grifos con acabado negro mate provienen de THG Paris.
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