Marta y Jordi estaban encantados de vivir en Sarrià, un barrio tan tranquilo que parece un pueblo dentro de Barcelona, con calles y plazas pequeñas, muchas zonas verdes y edificios modernistas. Por eso, cuando quisieron buscar una vivienda en la que establecerse definitivamente junto a sus dos hijas la idea de buscar fuera de él no se les pasó por la cabeza. Entre las propiedades que visitaron, una les llamó especialmente la atención, pero hizo que les surgiera la gran duda de saber si allí podrían vivir. La propiedad en cuestión se trataba de un local comercial de 150 metros cuadrados que había sido una tienda de chucherías y que se encontraba en bastante mal estado.
Para aclarar sus ideas decidieron acudir al estudio GDR y consultarles por la viabilidad del proyecto. Estos expertos en reformas les hicieron una propuesta tan buena, que enseguida compraron el local para ponerse manos a la obra. Para adaptarlo a ellos, lo primero que hicieron fue derribar todo lo derribable. En este proceso, al retirar el techo de cañizo, descubrieron unas preciosas bóvedas que habían permanecido ocultas y que quisieron, no solo integrar, sino convertir en protagonistas del resultado.
Tanto los muebles como los acabados son sencillos y naturales. Destacan (desde la sobriedad) la madera, el color blanco y las líneas rectas de las piezas hechas a medida o de estilo nórdico. Los nuevos espacios son abiertos y fluidos, conectados por medio de unas puertas correderas de estilo granero. En el exterior, la madera también hace acto de presencia, conformando un patio a varias alturas que salva el gran desnivel existente. Viendo el resultado, nadie diría que esta casa antes no fuera así.
Otros locales convertidos en casas:
- Un antiguo molino de aceite que hoy es una casa de campo
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Una casa moderna con patio y aires vintage

Una casa de campo moderna, luminosa y fresca

Una casa modernista restaurada con encanto

Enamórate de este piso pequeño pero encantador