Una casa en la sierra segoviana
La esencia del estilo rústico se refleja en cada rincón de esta casa donde la madera de pino y los revestimientos naturales son protagonistas.

Situada en la provincia de Segovia, esta casa de campo de nueva planta hace realidad el sueño dorado de sus propietarios. El proyecto fue realizado por los arquitectos Gonzalo Cervera y Pilar Rivera, y la construcción es obra de Antonio y Belén Chamorro. Su estructura mantiene las características de las casas de campo de toda la vida, con un tejado simple a dos aguas y una altura considerable, que garantiza la luz natural y unas magníficas vistas.
Pero aprovechando que se hizo nueva, incorpora instalaciones modernas, como las placas solares que suministran energía suficiente para cubrir las necesidades de la familia e, incluso, vender la que les sobra a la red; y también calefacción por suelo radiante en la planta baja, y así prescindir de los radiadores en el salón y evitar los problemas de caldear un espacio tan amplio. Desde el exterior, la casa muestra una fachada elegante, que se consiguió aplicando un mortero monocapa de color arena. Las ventanas y un gran acristalamiento situado en la planta baja permiten integrar el entorno de la Sierra en la vivienda.
El porche y una cubierta de madera adosada a la fachada rompen la sobriedad típica de las casas de campo tradicionales. En cuanto a la decoración, lo que más destaca es la acertada elección de los revestimientos que, además de crear la sensación de calidez en la vivienda, también unifican y dan continuidad a los ambientes. En las paredes se mantuvo el color de la fachada, un tono natural que combina bien con la madera de pino de Valsaín, tratada con barniz mate, presente en toda la casa: vigas del techo, ventanas, librerías, cocina, baño… Otros materiales naturales y rústicos por excelencia son las baldosas de barro impermeabilizado, que se utilizaron como pavimento, y los azulejos artesanales esmaltados con acabado natural, de la cocina y baños. Pero en esta casa de campo los propietarios también supieron crear ambientes acogedores y luminosos sin renunciar a la funcionalidad, gracias a una distribución muy acertada de los espacios. En la planta baja, por ejemplo, destacan varias ideas en el salón-comedor donde la cocina está integrada. Entre ellas, el gran ventanal del estar, que lo inunda de luz y proporciona vistas al jardín. Aquí además, se creó la sensación de mayor amplitud, porque es un ambiente que queda abierto a la planta superior, donde se encuentra una zona de lectura y música, y los dormitorios. A continuación del estar se ubicaron el comedor y la cocina. El primero se delimitó con una alfombra marroquí y una alacena de almoneda, mientras la cocina se distribuyó en forma de U.
Es aquí, precisamente, donde se aprecia mejor la esencia del estilo rústico tradicional, recreado con un fregadero y una grifería inspirados en los antiguos. Esa naturalidad se conserva también en el dormitorio principal y en los cuartos de los niños, decorados sin ornamentos superfluos, con sencillez y buen gusto.