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Carolina Adriana Herrera es una mujer con los pies en la tierra, aunque con un padre marqués y una madre diseñadora de moda admirada en todo el mundo su vida podría ser un cuento de hadas.
Ha vivido en Nueva York, Los Ángeles y Sevilla, compró un piso en la Plaza Mayor de Madrid, del que se enamoró, vive ahora en la exclusiva colonia de El Viso y fue muy feliz en este pisazo señorial decorado con un gusto exquisito.
A la elegante Carolina le fascina el eclecticismo y no dudó hace años en recuperar unas sillas abandonadas a su suerte, y así lo narra: "encontré 14 sillas en la basura. Eran sillas de metal en perfecto estado. Llamé al portero de mi edificio y me ayudó a llevarlas a casa. Nos llevó dos viajes".
Mientras que su madre, Carolina Herrera, es la elegancia personificada, Carolina Adriana es igual de estilosa, pero vive con un acento más funky en el universo chic. Fanática del diseño de interiores, ella misma se encarga de la decoración, mezclando colores y estampados con estilo sin gastarse una fortuna ni sacrificar la comodidad.
En el mundo de Carolina Adriana Herrera, las antigüedades y los objetos de mercadillo se combinan con gangas de tiendas como Zara Home y Habitat.
Carolina Adriana vivió algún tiempo en la zona de Los Jerónimos, en el centro histórico de Madrid, muy cerca del prestigioso Triángulo del Arte, que forman los museos Reina Sofía, El Prado y Thyssen-Bornemisza. Compró esta antigua casa señorial, en la quinta planta de un edificio del siglo XIX, junto a su ex-marido: Miguel Báez Litri, con quien tuvo tres hijos: Olimpia, Atalanta y Miguel.
La distribución de este piso de lujo era amplia, pero el principal atractivo eran las vistas de postal. Así lo contaba Carolina Adriana: "Desde mi ventana podía ver el Jardín Botánico, al otro lado de la calle, y cerca, el parque del Retiro, que es como el Central Park de Madrid". Fue un lugar especial para la directora creativa de la división de fragancias de la maison Carolina Herrera y embajadora mundial de la marca: “El museo de El Prado estaba cerca. Es un pequeño gran rincón de la ciudad".
Cuando empezó a redecorar este piso, se dio cuenta de que una de las habitaciones, un estudio situado entre el comedor y el salón, estaba forrada de yute tejido, que parecían sacos de patatas, recuerda Carolina Adriana Herrera. Debajo del monótono revestimiento de las paredes había gotelé, algo anticuado y laborioso de quitar. "En vez de hacer el triple de trabajo, lo cubrí todo con tela rosa", comentaba la creadora y empresaria.
Carolina Adriana Herrera también adaptó la distribución formal del piso a sus necesidades. El comedor, con un techo altísimo y puertas francesas, hacía las veces de biblioteca y despacho.
La casa de Carolina Adriana Herrera en la zona de Los Jerónimos de Madrid tenía un vestidor con una antigua cama de hierro, que le permitía funcionar como habitación de invitados. Mientras tanto, la cocina se amplió y se transformó en una espaciosa sala, que era el eje central de la casa. Así definía su vida en "este edificio tiene 14 pisos, dos por planta, y más de la mitad somos amigos. En mi casa siempre hay puertas abiertas".
"No compro cosas porque estén de moda. Sólo compro lo que me gusta".
Muchos de los muebles y obras de arte del piso señorial que habitó Carolina Adriana Herrera eran piezas que poseía desde hacía años, que ha ido acumulando tras vivir en Estados Unidos y España. En general, prefiere repintar o retapizar sus muebles antiguos que compara uno nuevo: "No me canso de las cosas que tengo, porque no son efectistas".
Para Carolina Adriana Herrera, decorar es un proceso orgánico que lleva tiempo y a veces evoluciona a base de ensayo y error. La extraña forma del salón del piso señorial, que ocupó con su famosa, tenia una extraña arquitectura, con cinco paredes y resultó especialmente difícil. "Esa habitación cambió nueve mil veces", dice. "Al principio, había decorado el espacio con un sofá enorme, pero lo colocara donde lo colocara, la habitación no quedaba bien. Así que mandé cortar el sofá en dos. Gracias a Dios, Bennison aún tenía la tela. Mis amigos siempre me decían: "¿Qué? ¿Estás cambiando la habitación otra vez?".
Carolina ha heredado de su madre la pasión por los tejidos. Le gustan los algodones cómodos que ha utilizado en el dormitorio principal. Cuando eran pequeños sus hijos decoró con mimo las habitaciones y confesó su descubrimiento de estampados motivadores, con print de vaqueros, para Miguel, y con print animal, para las niñas, en la firma Warm Biscuit Bedding Co.
Buscaba un hogar y una casa muy animada, porque a Carolina Adriana Herrera le “encantan las casas que parecen habitadas" y este precioso piso en el centro de Madrid fue un lugar especial, una casa con "buen ambiente. Parecía feliz. Y lo mejor de todo es que parecía mía".
Vía: ELLE Decor US