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La transformación es normal en cualquier ciudad, y sin duda lo ha sido en una población tan histórica como Provincetown que nació como pueblo pesquero en el siglo XVII, pero evolucionó hasta convertirse en un retiro para artistas y escritores, y en un refugio para la comunidad LGBTQ.
En la actualidad, esta localidad norteamericana, situada en el estado de Massachussets, es muy turística por su carácter pintoresco, gracias a sus encantadoras viviendas de tejas, que son muy codiciadas y resultan perfectas para aplicar las claves de la decoración de una casa de campo en estilo cottage.
Para Terrence Meck y Bret Alberti, Provincetown ha sido su principal residencia durante casi una década. La pareja se conoció hace 12 años, pero en 2018 decidieron solicitar ayuda para diseñar su casita, que para esta producción fotográfica ha decorado la estilista Michael Reynolds.
La elección del interiorista fue sencilla, porque David Cafiero tiene una casa en Provincetown, aunque tiene su estudio en Nueva York. Precisamente, la Gran Manzana unió a Terrence Meck con el diseñador de interiores, ya que Meck le pidió que reformara su apartamento de Nueva York y otras casas: "Conocí a David en la playa durante uno de mis primeros viajes a Provincetown".
Meck y Alberti habían estado viviendo en otra casa cercana cuando se enteraron de que la casita, hogar y estudio del fallecido pintor William Maynard, estaba en venta. Maynard era muy conocido en la región por su estilo impresionista y sus escenas marítimas. Tras su muerte, en 2016, los propietarios del estudio lo alquilaron antes de decidir venderlo. Estaban tan volcados en el espíritu y la historia del lugar, que pidieron a los posibles compradores que escribieran una breve nota explicando por qué querían vivir allí. La carta enviada por Terrence Meck y Bret Alberti les sedujo porque "querían ser buenos administradores". De hecho, según Meck, "ese era nuestro objetivo y seguirá siéndolo".
Otro visitante habitual de este pueblecito lleno de encanto es el arquitecto neoyorquino Jeffery Povero. Toda su sabiduría se fusionó con el saber hacer de David Cafiero para reformar esta casa y restaurar piezas antiguas. Povero recuerda que la vivienda era poco más que una choza cuando, que se construyó a mediados del siglo XIX, para ser "un cobertizo de trabajo en un pueblo pesquero" y recuerda que "en todas estas casas se secaba el pescado en el patio delantero".
El proyecto de esta preciosa casa empezó al elevar poco más de 72 cm el pavimento, porque se estaba pudriendo y tenía unos cimientos mínimos. Fue un proceso precario, pero necesario, para poder echar uno nuevo de hormigón, así que la casa tuvo que desmontarse. Se levantaron y numeraron los tablones salpicados de pintura del estudio del artista, ubicado en el segundo piso de esta bonita casa, y también se retiraron los tablones (con una mancha de arándanos) de un dormitorio situado en la planta baja. Cuando llegó el momento de recomponer las piezas, la planta superior, que antes era una sola habitación, se dividió en dos dormitorios, con nuevas buhardillas que aportaron más luz.
El dormitorio de la primera planta pasó a ser un comedor y sus diminutas ventanas enmarcan una colección de pequeñas obras de arte, dando al espacio la sensación de un camarote de barco. David Cafiero, que fue pescador de vieiras a los 20 años antes de abrir su negocio de antigüedades y convertirse en diseñador, confirma que "siempre me inclino por una estética pesquera, si es posible".
En esta casa de pescadores hay otros guiños al mar, que afloran en la barandilla, donde el diseñador de interiores utilizó redes recuperadas unidas en una serie de anillos, porque "después de 35 años visitando Provincetown, soy muy exigente con el aspecto que deben tener las cosas aquí".
En el salón del cottage, el arte define la narrativa porque "nos inspiramos en gran medida en la colección de arte de Terrence y Bret", según Cafiero. Sobre el sofá de terciopelo oliva, una obra de arte floral de Hunt Slonem sacude el espacio con su vibrante paleta de amarillos, morados y verdes, mientras que un paisaje de Robert Cardinal se integra perfectamente en los tonos profundos y relajantes de la habitación. Sobre la repisa de la chimenea hay una escena costera del antiguo propietario de la casa, el artista Maynard. Al fin y al cabo, la casa es un testimonio de su entorno. "Aquí la marea sube y baja, y las cosas siguen igual", observa Cafiero, "mientras cambian constantemente con el agua".
Vía: ELLE Decor US