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Allá por 2018, tras un verano en la isla, los propietarios de esta vivienda adquirieron lo que a priori era una vieja casa de pueblo ''para ser derruida'', tal y como les dijeron en la inmobiliaria. Se trataba de una casa antigua con poca fachada y sin casi ventanas a la calle. Sin embargo, tenía muchas posibilidades que la interiorista Ana Ibáñez, de AZ Diseño, supo aprovechar.
Para empezar, la casa contaba con salida a dos calles, con un pequeño patio de por medio. La azulejería antigua en lo que era la cocina y el arco de paso del salón al distribuidor también eran elementos dignos a respetar. Además, las vigas de madera de la planta baja estaban en muy buen estado y la casa se ubicaba cerca de preciosas playas a un tiro de Palma. Así pues, se pusieron manos a la obra.
La casa dispone de dos plantas de aproximadamente 55 m2 con cubierta a dos aguas, un patio central y una parte cubierta que da a la calle trasera, espacio llamado ''portasa'' en la isla, el cual servía como cochera y trastero.
En la planta baja se proyectó un salón en la parte de la fachada; un aseo y una cocina en lo que era el único dormitorio de la planta baja; y un comedor ocupando la cocina original, conservando de ella los elementos antiguos (azulejería, fregadero de piedra, chimenea y fogones) a modo decorativo.
La planta superior, que anteriormente tenía dos dormitorios y un distribuidor, se redistribuyó ubicando el dormitorio principal y un dormitorio pequeño a fachada; un baño completo; un amplio distribuidor; y un antiguo trastero que ha pasado a ser un dormitorio de invitados al que se entra desde el distribuidor, gracias a la apertura que se hizo en el muro que lo cerraba.
Además de los trabajos de demolición lógicos para redistribuir la vivienda, una de las obras más importantes fue el cambio de gran parte de la cubierta, ya que estaba muy dañada en las vigas de madera.
También se abrieron tres ventanas, una de ellas en cubierta tipo Velux y dos a fachada (una en planta baja y otra en planta superior), para dotar de mayor luminosidad a la vivienda y poder ubicar otro dormitorio en la parte delantera. Asimismo, se cambió toda la carpintería exterior y se añadieron las persianas de madera típicas de la isla, en este caso en un bonito verde agua.
En la misma tónica de mantener los elementos originales, para conservar el suelo de losas de piedra de la planta superior, se reforzó todo el techo de planta baja con losas de barro entre las vigas de madera, y con vigas en acero corten en los arcos de las crujías. Muy importante y trabajoso fue el llevar las aguas sucias a la red general de alcantarillado, pues la vivienda carecía de baños (solo tenía una pequeña letrina en la portasa). Así que se hicieron zanjas en toda la planta baja y en la calle hasta llegar a la arqueta municipal más cercana.
En el patio, parte de la portasa se demolió y se unió a la zona exterior, para que se pudiera construir una pequeña piscinita a modo de alberca y que dicho espacio tuviera más amplitud. En la cubierta de lo que quedó de la antigua portasa, ahora destinada a trastero para bicis y demás, se ubicó una terraza, ideal para noches calurosas, a la que se accede por las escaleras antiguas junto a la piscina.
Viendo el resultado, ¡está claro que los propietarios tienen buen ojo para las reformas! Y tú, ¿te animarías a hacer lo mismo en una vieja casa de pueblo? 😜
Proyecto e información: Cortesía de AZ Diseño.