¿Cómo debería ser la casa de un artista? La primera palabra que se nos viene a la cabeza es: creativa. Aunque si tuviéramos que afinar más, diríamos que debe tratarse de un lugar que permita desarrollar la creatividad y la imaginación, un espacio donde el artista se sienta libre. En el caso de esta vivienda en Seattle, sus propietarios —una artista y un ingeniero—, buscaban ante todo un diseño contemporáneo que encajara en la arquitectura del vecindario, con un equilibrio entre las vistas a la calle y la privacidad, grandes dosis de luminosidad natural, una fuerte conexión entre interiores y exteriores, un interior estilo galería de arte donde pudieran exponer su colección, y un ala de invitados.
De este modo, el salón y el comedor se extienden hasta el patio mientras ofrecen unas discretas vistas a la calle, generando la sensación de estar en contacto con el mundo pero a la vez protegidos dentro del hogar.
El estudio de arte, diseñado con doble altura y un techo estilo catedral, se encuentra anexo a las zonas comunes. Allí, la pareja trabaja mano a mano, ella pintando cuadros, y él diseñando páginas web.
Ver la casa de punta a punta se convirtió en un mantra para todas las estancias. Así, desde el dormitorio principal puedes contemplar el jardín japonés y la cocina.
Para los suelos de toda la casa se empleó una mezcla de cemento pulido, baldosas y madera de mirto. La fachada se revistió con cedro teñido.
El tejado a dos aguas armoniza con la arquitectura del resto de viviendas, incluyendo un jardín en la azotea que potencia aún más las conexiones.
La vivienda se completa con calefacción por suelo radiante, un techo verde sostenible, y un sistema que recoge el agua de la lluvia en el patio.
Proyecto e información: Heliotrope Architects.