Antes de la reforma, esta casa dejaba mucho que desear: muebles anticuados, elementos pesados y claustrofóbicos... Vamos, que nadie pensaría en ella como un lugar ideal para vivir. Sin embargo, la estructura y los numerosos ventanales ofrecían grandes posibilidades que el estudio de interiorismo de Gonen.Design supo aprovechar en la reforma de la cocina y el salón.
Las claves: espacios aireados y luminosos, una cocina con superficies de trabajo amplias, soluciones de almacenamiento creativas, y elegancia escandinava.
Toda la cocina se eligió en color blanco y se combinó con madera de roble en los frentes de la península. Para añadir contraste y romper con un look demasiado monótono, se agregaron elementos en negro como los estantes de metal.
Los azulejos con formas geométricas, revisten las paredes con un aire retro que resiste el paso del tiempo gracias a un acabado moderno.
La península de la cocina, con aspecto de hormigón natural en acabado mate, se diseñó como superficie de trabajo y espacio de almacenamiento por un lado, y como barra de desayunos por el otro.
Las plantas colgantes, como las que reposan sobre la encimera o el cactus gigante, aportan la dosis de naturaleza necesaria para refrescar el ambiente.
El salón, abierto a la cocina, se decoró con tonos neutros y mobiliario de madera, como el mueble de TV de estilo mid-century o las mesas de centro tipo nido. Un espacio luminoso preparado para el disfrute de toda la familia.
ANTES DE LA REFORMA: ¡QUÉ VIEJUNO!
Proyecto e información: Cortesía de Gonen.Design.