Ana y Daniel, arquitectos de profesión y creadores del estudio Reforminthouse, dieron un giro a su forma de vida de 360º al nacer su hija. Y es que su frenético ritmo laboral de horarios y ahora sus nuevas obligaciones, más el deseo de pasar más tiempo libre con la pequeña Ana resultaban incompatibles viviendo, como hacían, tan alejados de sus familias. El traslado a la localidad madrileña de Morata de Tajuña -donde vive la familia de Daniel- fue la solución más acertada. Tomada la decisión, comenzaron la búsqueda de un hogar, "tuvimos suerte al encontrar esta casa tan especial con más de 100 años de antigüedad" nos explica Ana.
Con la casa por fin en sus manos, tal y como hacen con sus clientes, analizaron a fondo las necesidades del momento creando así la distribución perfecta para ellos. Dos plantas y un altillo, a base de espacios comunicados entre sí y con mucha entrada de luz natural, fue el resultado óptimo. En la baja se ubican las zonas comunes, -salón, comedor y cocina-, que comparten un estilo decorativo ecléctico muy refrescante y actual.
Un salón en tonos relajantes
Un moderno juego de molduras entrecruzadas realzan la pared de la TV y la chimenea.
La sencilla estructura en blanco y madera permitió poner una nota de color con los sofás turquesa del salón, de Menzzo. Los cojines amarillos, de Primark Home, y unas simpáticas láminas que tenía Ana, completan el juego de color.
Un comedor con mix de estilos
El rescate de elementos originales como el ladrillo fue todo un acierto. El frente del comedor se alicató con ladrillos vistos envejecidos con un resultado espectacular.
La pared de ladrillo, las sillas desparejadas, el trío de lámparas de techo... todo es especial y diferente en el comedor donde destaca la gran mesa de madera hecha por los propietarios.
En la cocina, un vistazo al pasado
Un estilo actual con sabor tradicional triunfa en la cocina.
El fregadero, emulando los antiguos, es de Ikea; idónea elección para acompañar el platero de anticuario que decora la misma pared.
El cuarto del bebé con más encanto
En la habitación de la pequeña se conservaron las puertas dobles antiguas que comunican con el baño.
En sintonía se apostó por una decoración con molduras en la pared.
El baño de la pequeña Ana es tan especial como ella. Con azulejos hidráulicos y una bañera antigua con patas pintada de rosa. El mueble de lavabo es en realidad un tocador adquirido en un anticuario y recuperado por ellos mismos.
El dormitorio principal, decorado al natural
Las vigas originales son hoy el foco decorativo en el dormitorio. Sobre las vigas, la doble altura del techo se aprovechó para crear un altillo de almacén.
La potente presencia de las vigas originales en el techo impulsó a Ana y a Daniel a optar por el blanco para el dormitorio y a ceñirse a los muebles básicos. Llaman la atención los muebles de anticuario, como el banco o el caballito, así como la mesilla o la colcha traídas de China.
Planos e ideas de la distribución
Destacan como excelente recurso de unión y búsqueda de luz los amplios cerramientos de cristal que comunican el comedor con la cocina y ésta con la parte del jardín donde se ubica la barbacoa y la zona de estar de exterior. Una idea genial y muy trabajada que permite unir varios espacios cuando llega el calor, abrir la puerta al buen tiempo y convertir este rincón del jardín en una habitación más de la casa.
La gran ventaja de construir desde cero fue poder elegir la distribución. Así, en lugar de la compartimentación tradicional de varias habitaciones, en la primera planta decidieron crear solo dos amplísimos dormitorios, uno para ellos y otro para la niña, ambos con su baño integrado. El principal, con espectaculares vigas vistas, se organiza en torno a un tabique abierto que actúa como cabecero por un lado y parte del baño por otro.
La habitación y el baño de la pequeña Ana ocupan la otra mitad de la planta y lucen una decoración delicada y muy femenina con el color rosa como protagonista. Al igual que en el resto de la casa, aquí se apostó todo a satisfacer las necesidades de una niña de un añito: espacio libre para jugar, muebles a su medida, cero peligros y, por supuesto, mucho, mucho sitio para sus juguetes. Al fin y al cabo "mini Ana" como la llaman con cariño sus padres, es ahora la reina de la casa.