Tras treinta años de clausura, este piso de 80 m2 ubicado en el bohemio barrio de Lavapiés, requería una intervención total. Su distribución se describía como un largo pasillo de múltiples puertas que conducían a cuatro pequeñas habitaciones, una cocina y un baño de apenas 2 m2 de planta alargada. Todo esto desembocaba en un modesto salón con un balcón como única fuente de luz, así que no quedaba más remedio que comenzar de cero.
Su actual propietario, un médico soltero y daltónico que valora mucho la luz, la amplitud y la comodidad, supuso todo un reto para el arquitecto de Kando Estudio, quien disfrutó de lo lindo aprendiendo a diseñar para una persona que tiene otra forma de ver. Tras llevar a cabo infinidad de pruebas de color, ya que la más mínima variación de tono convertía el rojo en un verde (siendo, por cierto, el color que mejor percibe el médico), se decidió que el verde oliva se convertiría en el protagonista del proyecto.
La distribución pasó de una vivienda compartimentada a un espacio diáfano y luminoso con dos habitaciones, cocina, un buen baño y un gran salón. Todo ello bajo un estilo sobrio y ecléctico, con una paleta cromática de tonos tostados.
Aunque el propietario no suele recibir gente en casa, quería contar con un pequeño comedor para ocasiones puntuales. De este modo, el arquitecto diseñó una consola multifuncional que se puede convertir en mesa de comedor, con una altura adaptada a los asientos para seis comensales.
Una vez conseguido este punto vino todo lo demás. Cuatro butacas Stua y un banco de Fritz Hansen diseñado por Patricia Urquiola, son los acompañantes de este peculiar comedor coronado por una antigüedad francesa de mediados del siglo XX: un secreter reconvertido en mueble bar.
Conociendo la predilección del médico por la botánica y los buenos recuerdos de su pasado en Seychelles, Kando quiso concebir en su dormitorio un espacio de inspiración vegetal que acompañase sus sueños, con una paleta dominada por los tonos agrisados en contraste con un tono caldera intenso que aporta calidez.
La segunda habitación, al final de la vivienda, es el despacho y habitual espacio de lectura, reservando siempre la posibilidad de alojar visitas esporádicas en una cómoda cama doble, oculta tras un sofá y escudada en un armario y un librero.
La cocina es una de las zonas menos transitadas del piso. Aún así, se generó un espacio cálido y equilibrado. Aprovechando una hornacina original de la vivienda, Kando proyectó un mueble alacena para almacenar sal, azúcar, café y las decenas de tipos de té que el médico suele tomar.
Todos estos espacios has sido complementados con pequeños detalles decorativos que dotan al proyecto de matices y personalidad. Esculturas Vitra, platos decorativos de Vista Alegre diseñados por Jaime Hayon, alguna lámpara de Aromas del Campo, cojines de Studio Fi y alfombras de KP.
Las molduras y paneles 3D de la Casa Orac Decor dieron ritmo al pasillo de entrada y a gran parte del baño.
Proyecto e información: Cortesía de Kando Estudio.