¿Qué se puede hacer con un apartamento de 45 metros cuadrados totalmente anticuado y aburrido? Muy sencillo: llenarlo de color. Y eso fue exactamente lo que el equipo de Hoch Studio decidió hacer en esta vivienda situada en un antiguo edificio de París, entre Pigalle y Les Abesses.
Los propietarios deseaban transformar la distribución y adaptar los espacios a su modo de vida, respetando la estructura original. Así, la obra comenzó demoliendo todos aquellos elementos que carecían de interés, dando lugar a una zona común abierta donde se disponen el salón, la cocina y el comedor.
La cocina, diseñada a tres colores —negro, blanco y dorado— resulta discreta y a la vez muy potente, enmarcando la entrada al apartamento.
El área de noche se reestructuró con un dormitorio-vestidor-baño, separados por una mampara de vidrio y acero, y conectados a su vez por un pasillo en color azul intenso iluminado mediante una claraboya.
Al decorar cada habitación con un color diferente, se consigue que las estancias ganen personalidad.
La pared roja del dormitorio crea un falso cabecero junto a una composición de espejos encontrados en un mercadillo callejero.
En el baño, un gran mueble en madera de nogal envuelve el espacio bajo el lavamanos, donde también se sitúan la lavadora y la secadora.
ASÍ ERA ANTES DE LA REFORMA
Proyecto e información: Cortesía de HOCH Studio.