Todo comenzó con una pareja que soñaba con tener su propio nidito con una gran terraza en Madrid. Sin embargo, el destino hizo que cayeran rendidos ante esta vivienda que, a pesar de tener una terraza más pequeña de lo que ellos deseaban, reunía muchos de los otros requisitos que buscaban.
Tras reunirse con el equipo de arquitectos de La Traviesa, el proyecto de reforma tomó un rumbo inesperado. Se propuso diseñar una especie de terraza interior o patio abierto a la pequeña terraza existente como un gran invernadero que introdujese mucha luz a todo el piso y permitiese usarse como tal.
El resultado no podría haber sido más espectacular: prácticamente todas las estancias giran en torno a este invernadero, que da permeabilidad a los espacios además de enriquecerlos y dotarlos luminosidad.
Por otro lado, el inmueble contaba con una gran diversidad de sistemas constructivos entremezclados.
Se trataba de un edificio a medio camino entre las primeras estructuras de hormigón de la capital y los tradicionales muros de carga de ladrillo macizo.
Al respetar y potenciar todas estas complejidades intrínsecas de la vivienda, se concibió un ambiente ecléctico que se extiende al interiorismo.
Los muebles retro franceses de mediados de siglo, se combinan con la artesanía de los muebles procedentes de la reutilización de barcos, con el romanticismo castizo y lo industrial de las estructuras de hormigón, y con los radiadores recuperados con las tuberías vistas. ¡Una maravilla!
Proyecto e información: Cortesía de La Traviesa.