De la mano de Belén y Antonio, una pareja con dos niños de 1 y 3 años, surge este proyecto situado en la capital del Turia. Desde el principio, el reto consistía en adaptar el espacio siguiendo un ambicioso programa que resolviera las necesidades de esta joven familia en poco más de 90 metros cuadrados.
Un dormitorio principal con vestidor y baño completo integrado, dos dormitorios infantiles, una zona de despacho, un segundo baño completo con bañera, salón, comedor, cocina y lavadero interior.
La ajustada dimensión de la vivienda implicaba optimizar la distribución, reduciendo al máximo las zonas de paso y tratando de hacer habitable y funcional cada rincón.
Todo el área de día se resuelve en un solo espacio, persiguiendo un concepto abierto para lograr mayor amplitud en las partes de la vivienda donde realmente se hace más vida y buscando que la luz de fachada llegue a bañar la totalidad del mismo. Esto propicia no solo una visión más moderna, sino también mayor interconexión entre la familia durante el día a día.
El recibidor se integra en la propia cocina, quedando reducido a un pequeño paso junto a la isla.
El mobiliario en L, el cuerpo central y una pequeña barra para desayunar delimitan el área de cocina, conformando un volumen de color gris topo, acotado a su vez por un pavimento porcelánico imitación pétrea que matiza el conjunto gracias a sus sutiles vetas blancas. Por otro lado, las columnas esconden el paso hacia la zona de servicio, una pequeña galería interior que absorbe las irregularidades morfológicas de la planta y da servicio de lavandería y planchero.
El salón-comedor se adueña de la parte más luminosa y desahogada de la vivienda. Un gran almacenaje central de líneas puras en tonos blanco y negro contrarresta el aire sofisticado procurado por las molduras y los elementos de iluminación con toques en dorado que acompañan a la totalidad de la vivienda.
Una apariencia refinada que se conjuga con un guiño de aspecto industrial materializado en el pilar de hormigón visto y en las puertas de vidrio texturado con cuarterones metálicos en color negro.
ZONA DE NOCHE
Mientras, la zona de noche queda tradicionalmente más compartimentada debido a la propia situación familiar.
El dormitorio principal se ve singularizado por la incorporación del baño como un gran cubículo acristalado que deja entrever su cuidado diseño.
El tratamiento conferido a esta pieza lo asemeja a un lenguaje más propio de una habitación de hotel, enfatizando la interconexión de espacios.
HABITACIONES INFANTILES
El resto de estancias se sitúan en un segundo distribuidor, convertido a su vez en zona de estudio y conformando así un área destinada a los más pequeños.
A fin de ampliar visualmente este espacio, y siguiendo con el objetivo de conectar las distintas salas, se opta por un cerramiento permeable, una corredera de vidrio modulada por perfiles negros que además de delimitar el espacio, actúa como elemento decorativo.
Las habitaciones de los niños vuelcan a la fachada principal, por lo que disfrutan de mayor luz natural. Ambas estancias se caracterizan por la introducción del color como elemento diferenciador.
Un suave tono maquillaje y un verde agua distinguen las zonas de almacenaje.
Interiorismo e información: Cortesía de Manuel García Asociados.