Vivir en la planta baja de un edificio puede suponer un problema a la hora de crear espacios con iluminación natural. Pero si tienes la suerte de contar con un jardín, la cosa cambia (y no sabes cuánto).
La familia propietaria de esta casa en Maida Vale, Londres, se encontraba en esa situación, así que decidieron recurrir el equipo de MW Architects para ponerle remedio. Tras analizar la oscuridad y la mala organización de las estancias, los arquitectos se dieron cuenta de la gran ventaja que suponía la existencia de un jardín. De esta manera, podrían conectar interiores y exteriores, generando una nueva y necesaria sensación de amplitud.
Por otro lado, las zonas comunes se dividieron en tres ambientes clave: la sala de estar, convertida ahora en el lugar donde se ven películas y se leen los cuentos antes de irse a dormir; el comedor, que actúa como foco central pudiendo extenderse al jardín; y la cocina abierta con vistas al recibidor y al jardín para poder vigilar a los niños mientras juegan.
En cuanto a la fachada, la textura de los ladrillos supone el perfecto telón de fondo para las plantas, dando como resultado un espacio relajado que mantiene la intimidad mientras goza de grandes dosis de luz y libertad espacial.
EXTERIOR DE LA CASA
ZONAS COMUNES
DORMITORIO
BAÑO
HABITACIÓN INFANTIL
Arquitectura e información: Cortesía de MW Architects.