Dicen que los treinta es una edad preciosa, ya que se inicia un periodo de estabilidad, tanto emocional como laboral. Y aunque la vida no es sencilla, y siempre surgen baches en el camino, está claro que el conocimiento que adquirimos en la veintena da sus frutos a los treinta. Otro de los beneficios de hacerse mayor es que empezamos a tener claro lo que queremos y, sobre todo, lo que no. Algo que se puede aplicar perfectamente al hogar.
Por eso, cuando el equipo de Rua 141 y Rafael Zalc dieron forma al proyecto de este apartamento de una joven treintañera en São Paulo, trataron de crear un espacio acogedor, protagonizado por piezas artesanales y un estilo entre rústico y chic, aderezado por tonos pasteles. Todo ello con la ventaja que supone disponer de un espacio de 70 m2.
Como su propietaria adora tener invitados en casa, se optó por integrar la cocina y la terraza con el salón, apoyándose en los colores y texturas de cada material utilizado en los ambientes. También eliminaron el marco que separaba las habitaciones, nivelando el suelo exterior con la zona interior, como una forma de dar continuidad y agrandar el espacio.
Otro cambio llevado a cabo en la cocina y en la lavandería fue el siguiente: "Como estas áreas eran muy reducidas, nos propusimos integrarlas con el salón para potenciar la entrada de luz natural y ventilación. Esta conexión entre espacios se llevó a cabo a través del banco de hormigón que se encuentra en el recibidor", explica Mona Singal, arquitecto y parte del equipo de Rua 141.
"El color azul del suelo de la cocina crea un ambiente de frescor en consonancia con los armarios, diseñados en los mismos tonos", comenta.
El diseño de esta carpintería fue muy utilizado en la década de 1950, pero en este proyecto gana una nueva lectura gracias al vibrante tono azul y a la composición con baldosa hidráulica de diseño contemporáneo.
Proyecto: Rua 141 + Rafael Zalc