Había una vez... En una época lejana y convulsa, la desamortización de Mendizabal se llevó por delante este antiguo convento. Tiempo después, las ruinas dieron paso a una granja, pero el fatal desenlace volvió a repetirse, ya que el edificio quedó abandonado a su suerte y se derrumbó nuevamente.
Si no te hubiéramos contado que la historia es inventada, seguramente, la habrías creído. ¿Y quién podría culparte? Viendo los muros y los interiores de esta majestuosa finca mallorquí, nadie diría que se trata de una construcción tan moderna como los smartphones, fruto de las ingeniosas mentes de Marcos Vadell y Carlos Martínez Julia.
Una vez con la ‘’película’’ ya ideada, buscaron la colaboración de la decoradora Federica Ongaro, y comenzaron el ‘’rodaje’’…
Y ahora, sorpréndete con las fotos del antes...