Tres son las normas para ganar la batalla al caos en el cuarto de baño: estrategia, agrupación y ataque.
La primera es decidir qué vas a guardar en él. Despídete con cariño de todo aquello que no utilizas de inmediato. ¿Un ejemplo? Los envases de gel que compraste compulsivamente en la última oferta del súper. Sí, estaban genial de precio, pero en la ducha solo necesitarás uno. Salvo que dispongas de un espacio amplio, guarda el resto en otra zona de la casa. Y si dispones de él, una idea es utilizar un armario que tenga puertas correderas: como las hojas se deslizan sobre guías, no chocarán contra los sanitarios al abrirlas.
La agrupación consiste en colocar juntas las piezas similares. Es decir, que si necesitas las pinzas para depilarte las cejas, sepas a tiro hecho dónde mirar en lugar de rebuscar entre cepillos de dientes por estrenar (otra oferta estupenda del súper), lápices de ojos, tiritas y la loción anticalvicie. Lo importante es establecer categorías. En un cuarto de baño ordenado puedes crear las siguientes: cosméticos, productos de aseo —jabón, esponja, gel, dentífrico…—, higiene íntima femenina, toallas y botiquín.
La agrupación, a su vez, puede tener subclases. Brochas por un lado, algodones de los oídos por otro, esmaltes, labiales, kit de afeitado con cuchilla + crema + brocha… Organizar el interior de los cajones con contenedores es la clave. Sabrás dónde acudir y no se desperdigarán por el interior cada vez que abres o cierras.
La tercera norma para ganar la batalla al caos es el ataque. Tienes que saber cuál es tu situación para enfrentarte a ella y vencerla. La más habitual es carecer de espacio. No te desesperes. Existen modelos de almacenaje aptos para cualquier tipo de planta. Hay carritos estrechos que aprovechan los centímetros libres que quedan hasta la pared.
También son perfectas para baños pequeños las estanterías mini que se colocan al alcance de la mano.
Y la mínima expresión: las baldas de cristal, que resultan visualmente muy ligeras y evitan que la zona alrededor del lavabo se llene de colonias, aceite corporal o espuma para el cabello.
Otra situación que propicia el desorden (y los disgustos) es mezclar los complementos de todas las personas que utilizan el baño. Si quieres evitar momentos como ese grito de "¡¡¡¿quién ha cogido mi plancha del pelo?!!!!", recurre a un mueble con cajones y asigna uno a cada miembro de la familia o a cada compañero con quien compartes piso.
Hablando de varias personas. ¿No sabes ya qué hacer con los albornoces porque detrás de la puerta no caben los de todos? La solución es fijar en la pared un perchero, como el que pondrías en el recibidor, con varios colgadores.
Veamos ahora la situación de "yo ya tengo mueble de lavabo, pero me vendría genial un poquito más de espacio de almacén sin que sea una cajonera o un armario". Ajá. Problema resuelto. Opta por un armario con el fondo justo para colocar los productos de aseo y belleza en línea.
Quizá ahora te identifiques con un nuevo supuesto. Cuando pensaste en cómo sería tu baño, tenías claro que querías mucho espacio para guardar. Te habría encantado poner un mueble de pared a pared, pero ¡ay! renunciaste a él porque al fondo iba el inodoro o el bidé. Pues aún estás a tiempo de solucionarlo. Basta con colocar un par de estantes con poco fondo.
Para que un baño parezca ordenado, tan importante es la organización como su apariencia. Un mueble de color blanco es un acierto seguro: transmite sensación de limpieza y hace juego con los sanitarios. Tip deco: instala un suelo de losas hidráulicas con el fondo blanco y añadirás personalidad al ambiente.
Si quieres que resulte muy acogedor, la madera es tu opción. Suma unas cestas de fibras naturales y te sentirás tan confortable que no tendrás prisa por salir.
Y un último punto esencial. Siempre que tengas productos a la vista, ya sea en estantes, módulos abiertos o armarios con puertas de cristal, es importante que todos estén ordenados y limpios. Descubre cómo con estos trucos de limpieza.